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Liderazgo compasivo

Al hablar de liderazgo compasivo generalmente viene a mi mente el nombre del capitán y experimentado explorador polar anglo-irlandés Ernest Shackleton, quien perdió su bergantín entre el hielo comprimido del antártico. Veintiocho personas permanecieron 634 días atrapados en el frio ártico, con tecnología de principios del siglo XX, y sin provisiones suficientes. Toda la tripulación sobrevivió y regresaron a Inglaterra sanos y salvos.

La palabra liderazgo la relacionamos con éxito. Si pensamos en grandes líderes empresariales y las habilidades que los definen, lo primero que viene a nuestra mente son personas exitosas, con importantes logros económicos, de pensamiento disruptivo e innovador. Por el otro lado, si hablamos de un líder humanista, un líder de personas lo más probable es que pensemos en alguna figura religiosa o espiritual. Harvard Business Publishing dio a conocer hace algunos años las ocho aptitudes clave de un líder: manejo de complejidad, mentalidad global, estratégico, innovador, generador de networking, inspirar compromiso, flexibles, y ágiles para aprender. La compasión, es decir, el sentimiento de solidaridad entre iguales, al parecer no es una de las competencias.

El vocablo compasión, sufrir con, enraizada en la tradición judeocristiana nos remite a una sensación de lastima, de superioridad de quien la siente hacia quien la sufre. Nada mas alejado de la realidad. La compasión es la profunda conciencia del sufrimiento de uno mismo y del de otros seres, junto con el deseo de ayudar a evitarlo (Gilbert, P., 2015). Es lo que hizo Shackleton, ayudó a evitar el sufrimiento suyo y de los demás, es lo que debe hacer todo líder. Es fácil, bastante fácil de hecho, encontrar personas que puedan liderar algo (un proyecto, una empresa, un negocio), pero son pocas las que cuidan de si y de los otros a partir de su liderazgo.

¿Cómo convertirse en un líder compasivo? De inicio hay que trabajar en nuestra escucha, aprender a escuchar de manera reverencial y activa, y eliminar al enemigo silencioso y seductor de todo líder, el ego. A partir de aquí, tenemos que trabajar en los tres pilares propuestos por Kristin Neff:

-Atención plena: Esto es hacerse consciente del sufrimiento propio y de los otros, sin juicios ni críticas.

-Humanidad compartida: Entender que nuestro sufrimiento, alguien más lo está experimentando o ya lo experimentó, el sufrimiento es consustancial con la naturaleza humana, al ser conscientes de esto, desarrollamos un sentimiento de ecuanimidad y evitamos el aislamiento y la culpa.

-Autocompasión: Necesitamos desarrollar sentimientos de afecto, amabilidad y comprensión a nosotros. Esto evita la culpa y autocrítica y nos permite ayudar a evitar el sufrimiento de otros seres-humanos.

Un líder compasivo inspira, conecta y motiva, y generalmente consigue los objetivos del equipo y los propios.

Epílogo.- Compasión no es amabilidad ni empatía. La empatía es identificarse con el sufrimiento del otro, sin el deseo o intención de ayudar a evitarlo. La compasión es muy similar al concepto budista de bodhichita, esto es, el trabajar por el bien de todas las cosas como si fueran propias, y de todas las personas con ausencia de nuestro ego. La empatía puede producir una experiencia aversiva, facilitando el burnout, mientras que la compasión produce emociones positivas y sentimientos de afiliación (Singer y Klimecki, 2014).

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Rogelio Segovia es Socio-Director de Think Talent, doctorando en Filosofía y Cultura, Coach Ontológico, autor, speaker y  fundador de Human Leader. Contacto: rogelio@humanleader.mx

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