A raíz de mi artículo de hace algunas semanas acerca de las Conversaciones Cobardes , las cuales definí como aquellas conversaciones con información falsa o con medias verdades dichas con el afán de causar perjuicio en la reputación de un colega o compañero de trabajo, pero que quien las hace no es capaz de sostenerlas frente a la persona con la que interactúa, me han abierto reflexiones por demás profundas e interesantes. Muchas de estas reflexiones que me han compartido tienen que ver con el daño y dolor que causan, la frustración de que se han convertido en algo habitual (llamándolas “percepciones”, “radio pasillo” o “plática de cafecito”) pero también en la imposibilidad de hacer frente a ellas, como lo hizo Laura con su jefe David en la conversación que mencioné en dicho artículo. Y ha sido precisamente el hecho de algunas personas me compartieron su incapacidad de llevarlas a cabo que me hizo profundizar en los motivos por los que, a juicio de quienes me lo compartieron, no ...