Guanajuato, Gto. Diciembre 28, 2015.- Durante mis vacaciones de fin de año llegué a una tienda de conveniencia de esta ciudad del bajío mexicano y me dirigí al área de refrigeradores; al abrir la puerta de vidrio templado oí el angustiante llamado de una mujer: “ — Me voy a convulsionar, ¡ayúdame! — ”. De forma autómata, cerré la puerta del refrigerador y voltee a ver a la señorita que estaba cobrando en la caja. Pensé que probablemente o no había oído el grito; o, por la fecha se trataba de una mala broma del día de los inocentes. Casi de manera instantánea abrí nuevamente el refrigerador y escuché otra vez la misma llamada de auxilio y en ese momento me quedó claro que era verídica y se dirigía a otra persona dentro del cuarto frío de la tienda. De inmediato me dirigí con la cajera y le comenté lo sucedido sin tener respuesta de ella, por lo que de forma enérgica le pedí que se dirigiera al cuarto frío a revisar que estaba sucediendo. La señorita entró a revisar y al poco ti...