Pocas veces hablo acerca del doctorado; las mas, es para reflejar algunos chistoretes de mi avance —o no avance— de tesis. Lo cierto es que no ha sido un proceso fácil y está siendo, por mucho, el mayor reto académico que he tenido en mi vida. Han sido horas de frustración, de enojo y de indecisión. Quizá uno de los momentos épicos de esta maratón llamada doctorado fue cuando le dije a mi director de tesis, un incansable creyente de mi investigación, que lo único que quería hacer es “ponerme en posición fetal y llorar”. La mayor frustración ha sido por cuestión de tiempo —o, mejor dicho, de la falta de tiempo— Escribir una cuartilla me puede llevar días de investigación, de análisis y reflexión, para después terminar poniendo esa cuartilla en la carpeta que he nombrado “para después”, elegante eufemismo para no mandarlo al cesto de basura del ordenador; algunas de ellas han sobrevivido a esa carpeta, sin embargo, la mayoría no volverán a ver la luz. Soy de los pocos, y de mi facul...