Siempre me ha parecido que el día previo al maratón se asemeja a lo que los marineros llaman una calma chicha. Una tranquilidad artificial, un tanto soporífera y marcada por el lento transcurrir del día. En esa jornada se come en abundancia y se trabaja poco. Es también —siempre hablando desde mi observador— un día de reflexión y de miedo. Suelo sobrellevar el día con una mal disimulada indiferencia, caminando (solo un poco) sin rumbo y observando (también muy poco) el paisaje sin mucho interés. Una foto por allí, algo de pasta por allá, y dos cervezas sin alcohol para cerrar. Ahora me voy a dormir agradecido y contento… y aún con algo de miedo. Epílogo .- El chip, por cierto, está integrado al número que se cuelga en la camiseta. #ReykjavikMarathon #CorredoresDelValle #Mexico