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Cuando todo se va al traste: un líder en apuros.

"El objetivo era grande, pero sus hombres eran mas importantes"


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX Inglaterra, a través de la Marina Real Británica y la marina mercante inglesa, llevó a cabo numerosas expediciones de exploración marítima en búsqueda de nuevas rutas comerciales que disminuyeran costos y tiempos. Para esto, llevaron muchísimas travesías tanto en el ártico como en la Antártida. En el norte en búsqueda del Paso del Noroeste, una ruta que conectaría el atlántico con el pacífico bordeando el archipiélago ártico canadiense. En el sur, la Antártida, se realizaron exploraciones principalmente de carácter científico y geográfico.

 

En 1914 se publicó en el Times el siguiente anuncio: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Respondieron poco más de 5,000 aspirantes. En agosto de ese mismo año, 28 personas a bordo del Endurance se embarcaron bajo el mando de Ernest Shackleton en una de las expediciones más famosas por el Polo Sur, la Shackleton-Rowett, cuyo objetivo era recorrer de costa a costa la Antártida pasando por el polo Sur, en un viaje glaciar de cerca de 3.000 kilómetros que significaría lograr el primer cruce del antártico.

 

Shackleton, el capitán, era un carismático, experimentado y prudente explorador irlandés que emprendería su tercera incursión en el ártico. Tenía un plan perfectamente trazado, partirían de Londres a Buenos Aires en agosto, y en diciembre (verano austral) saldrían con rumbo al archipiélago de las Islas de Georgia del Sur; posteriormente se internarían en el Mar de Weddell, cruzarían la Antártida a pie y saldrían por el sur, donde los estaría esperando otro barco. Ernest Shackleton contaba con una experimentada tripulación, un plan detallado, suficiente avituallamiento y un bergantín noruego de tres mástiles y quilla en forma de uve diseñado especialmente para un viaje polar, había planeado meticulosamente esta travesía.

 

En enero de 1915, tan solo un mes después de que partieron de las Islas de Georgia del Sur (en el atlántico sur), una inclemente ventisca los sorprendió en el Mar de Weddell y la nave quedó atrapada entre hielo comprimido. Quedaron a la deriva aprisionados en el hielo marino y diez meses después, en octubre de 1915, el Endurance fue triturado por la presión del hielo. Salvaron lo poco que pudieron y emprendieron a veces en trineo, a veces a pie y otras veces en los botes salvavidas que llevaban, un largo y complejo recorrido. Sacrificaron a los perros y cazaron focas para alimentarse. Shackleton llevó a su tripulación hasta la Isla Elefante donde dejó a 22 personas, y él y otros cinco miembros se dirigieron a las Islas de Georgia del Sur. Al tiempo regresó por el resto de su tripulación, era agosto de 1916. Milagrosamente, toda la tripulación sobrevivió y regresaron a Inglaterra sanos y salvos.

 

A nadie le gustan las historias de fracaso, por muy heroicas que estas sean, menos en el ámbito empresarial donde un proyecto que resulta en un chasco cuesta muchísimo capital económico y reputacional. El heroísmo quizá funcione para los periódicos y el cine, no para el mundo empresarial, nadie contrata a un líder que viene precedido de un estrepitoso fracaso, y la expedición de Shackleton fue un fracaso total con grandes perdidas económicas (¡vaya que si lo fue!)… 634 días atrapados en el frio ártico, con tecnología de principios del siglo XX, sin provisiones suficientes y 28 almas que cuidar. Una gran hazaña de liderazgo, pero principalmente de supervivencia… sin ninguna baja. Al día de hoy la hazaña de Shackleton, quien enfrentó el desanimo, enfermedades, desgaste físico y mental de su tripulación durante dos años, sigue siendo reconocida como ejemplo de liderazgo a nivel empresarial. Entre las técnicas utilizadas por el explorador, inéditas para aquel entonces, fueron desde utilizar frases de ánimo, inspirar optimismo, generar confianza, procurar el cuidado los unos de los otros, reforzar el trabajo en grupo, mantener el respeto y cortesía en todo momento, asumir riesgos, buscar constantemente alternativas y sobre todo, buscar motivos por los cuales reír (Perkins, 2003).

 

Epílogo.- El liderar no se trata solamente de ir por el objetivo de negocio, va, sobre todo, por cuidar al equipo cuando todo se va al traste y las cosas se descomponen de forma acelerada. Después de quedar atrapado en el hielo ártico, Shackleton no estaba pensando en su siguiente expedición, en el costo de la acción de la empresa, en el informe trimestral para los accionistas por el COVID-19, en reducir el costo laboral, o en su bono de desempeño variable para comprar una linda casa con mas habitaciones. Él estaba pensando en su equipo, en su tripulación, en salvar a las personas que confiaron en él.

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Contáctame: rogelio@humanleader.mx

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