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Ahora si… ¿home office?



La mayoría de las veces que abordamos un tema, lo hacemos desde una posición a favor o en contra, pocas veces lo hacemos desde una perspectiva neutral y cuando lo hacemos se debe, quizá, mas a nuestra indiferencia o desconocimiento sobre el tema que a una genuina posición neutra.

El home office o teletrabajo (vocablo acuñado en la década de los años 1970 a partir de la crisis de la gasolina donde se temía que los empleados no pudieren movilizarse a sus trabajos) es uno de esos temas: o lo amas o lo odias. Y es a partir de la aversión que aún se tiene a este concepto de trabajo remoto que el término fue evolucionando para denominarse como trabajo a distancia, teletrabajo, o smartworking. En términos biológicos, diríamos que el home office se convirtió en un sistema autopoiético molecular, es decir un sistema capaz de reproducirse, defenderse y mantenerse por sí mismo.

El home office, como lo abordamos en el artículo ¡Eliminemos el flex time!, tiene, como todo en la vida, sus luces y sombras. Probablemente de entre sus sombras, la más visible es la eventual fragmentación de los equipos de trabajo donde el nivel de sociabilidad y engagement de los miembros de una empresa podría disminuir y se termine privilegiando el trabajo individual. Si nos vamos a las luces de este esquema, punta de lanza de esquemas flexibles, encontramos que es un poderoso diferenciador para los candidatos al momento de aceptar una oferta de trabajo (63% de los millennials acuerdo a Gallup/2019). Pareciera que los esquemas de flex time, en especial el home office, son la gran tendencia del engagement y productividad laboral de hoy en día. Por un lado permite atraer al mejor talento y mantenerlo altamente comprometido con la organización, y por el otro permite a las empresas ahorrar dinero y evitar la pérdida de talento.

A pesar de ello, ¿por qué cada vez mas empresas están cancelando los esquemas de home office y regresando a sus Colaboradores a oficina? Existen varias teorías al respecto, pero todas ellas tienen un elemento en común: La falta de capacitación y recursos adecuados para que los colaboradores puedan llevar a cabo de forma productiva el trabajo desde casa (SHRM, 2019). Ginnie Dorado, fundadora y CEO de Think Talent, empresa dedicada a la consultoría en gestión de talento y liderazgo, y quien actualmente se encuentra habilitando a líderes y colaboradores de diversas empresas en temas de home office, apunta que entre los principales motivos que limitan la implementación del trabajo a distancia se cuenta la falta de capacitación y herramientas a los colaboradores, pero también la falta de confianza y entrenamiento de los jefes para administrar y monitorear de manera adecuada a los trabajadores remotos, lo que redunda en una menor productividad de los equipos de trabajo.

¿Qué debemos hacer al respecto? Para que el home office (o trabajo a distancia, o teletrabajo, o smartworking, o como prefiramos llamarlo) funcione requerimos básicamente capacitar y habilitar a nuestros colaboradores en funciones que pudieran parecer básicas (¿se acuerdan cuando platicamos de sesgos y del desaprendizaje como elemento de la transformación digital?). Te comparto mi 1-2-3 para hacer Home Office, de manera efectiva:

1. Configurar videollamadas y teleconferencias. La revolución industrial llevo a los trabajadores de sus casas a las fábricas, la revolución digital está llevando a los colaboradores de las oficinas a sus casas. Herramientas como laptops, tabletas y teléfonos inteligentes hacen cada vez más fácil el trabajo de forma remota, y aunque parezca increíble, uno de los motivos que más complica el trabajo a distancia es la habilidad (ya sea de recursos técnicos o de conocimiento) de los empleados para llevar a cabo videollamadas o participar en teleconferencias. Debemos empezar por no asumir que todos nuestros colaboradores tienen acceso a internet de manera estable y suficiente y que tienen el conocimiento para participar o convocar a reuniones virtuales. 

2. Alertar a colegas que él o ella está en una reunión y que no puede ser molestado. De tan básico y simple que puede sonar este punto, resulta irónico que sea una de las principales causas de molestia. Cuando estamos teniendo reuniones por videollamada o teleconferencia, debemos notificar a nuestro jefe y colegas. En la oficina esto es sencillo, simplemente nos ven reunidos con un grupo de personas en una sala de juntas y entienden que estamos ocupados. Cuando hacemos home office, todo mundo asume (esto es un sesgo… ¿te suena?) que debes estar disponible en todo momento y a toda hora.

3. Ambiente físico y personal para trabajar desde casa. ¡Hey, el home office no son vacaciones ni trabajar en pijama! Debes:  (a) Definir un horario de trabajo, lo cual típicamente debe ser consensuado con tu jefe. (b) Trabajar en base a objetivos (¡olvidemos las horas silla!). (c) Tener un espacio adecuado de trabajo (no importa si es la cocina o el comedor, pero definitivamente no estamos hablando de trabajar desde la cama en pijamas). Y finalmente; (d) tener herramientas digitales (laptop, acceso a internet y teléfono)… si no las tienes, ¡no pasa nada!, pero no olvides conversarlo con tu jefe para que juntos puedan encontrar una solución.

¿Se nos olvida incluir algo?...¡Por supuesto!; También debemos habilitar a los jefes. Por no entrenar a los jefes en la manera de operar estos esquemas, administrar a sus equipos de trabajo (no solo desde la evidente perspectiva tecnológica, sino también en la humana) y dar seguimiento adecuado a los objetivos de cada colaborador, las empresas suspenden estos programas y dicen que para ellos estos esquemas de trabajo no funcionan

Y de repente tenemos al home office en tiempos de coronavirus: Una contingencia epidemiológica mundial donde las empresas tienen que implementar de forma emergente la suspensión de actividades no esenciales que involucren la congregación o movilidad de sus colaboradores y recurrir al home office. Y entonces, nos damos cuenta que no estamos entrenados pero tenemos la oportunidad única de salir de nuestro status quo y experimentar como ser mejores jefes y colaboradores; y ahora si, hacer que esto funcione de inmediato y de manera productiva para todos.

Epílogo.- La contingencia epidemiológica del Covid-19 nos hizo interrumpir, solo por un momento, las conversaciones derivadas del #9M. En este momento, enfoquemos nuestro tiempo y energía a seguir e implementar las recomendaciones de prevención de las autoridades sanitarias, pero no olvidemos que tenemos conversaciones pendientes. No olvidemos que tenemos mucho por trabajar, desarrollar e implementar acerca de la violencia y discriminación que en nuestro país sufren las mujeres.
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rogelio@humanleader.mx


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