¿El futuro es el
aprendizaje? Al parecer
si. El enfoque de las organizaciones va dirigido a crear culturas de
aprendizaje continuo para mejorar el desempeño de individuos y de la propia
empresa, de hecho, la construcción de una cultura de aprendizaje puede ser la
característica indiscutible de las organizaciones que prosperarán en el siglo
XXI (Paine, 2019), lo cual es entendible en la modernidad tardía en la cual
vivimos actualmente.
¿Cómo podemos beneficiarnos
de la enorme cantidad de datos, información y nuevas herramientas de
aprendizaje que están a nuestro alcance? Desaprendiendo.
OK, alright, alright, hold it, hold it, whoa,
whoa, nice shootin' Tex (Peter Venkman, 1984), ¿Aprender… desaprendiendo? Si, el paradigma del aprendizaje es precisamente tener la habilidad de
desaprender, es decir de extraer conocimiento relevante (con sus respectivos
juicios y contextos) y reemplazarlo con nuevo conocimiento. Aunque el
conocimiento incrementa la capacidad de desempeño de la personas, en muchas
ocasiones nos quedamos con información, no con aprendizaje. Pero vámonos con
tiento, ¿qué significa desaprender? Para Patreman (1997), desaprender no se
trata de olvidar algo, sino más bien de rechazar una creencia previamente
sostenida o repudiar una teoría largamente revelada. En la medida que seamos
más efectivos desaprendiendo, podremos ser mas ágiles adquiriendo nuevo
conocimiento.
Pero, ¿cómo aprender a
desaprender? Aún no hay formula que lo descifre a cabalidad, pues esto
depende de cada uno, pero puedo (intentar) esbozar dos elementos que nos
impiden desaprender.
El primero (y ya muy platicado por mi previamente y que por lo mismo no
ahondaré mucho) son los sesgos inconscientes, es decir, tener conciencia que dado
que soy quien yo soy hago lo que hago. Y cómo los sesgos son
aprendizajes remotos que están más allá de lo consciente, influyen en nuestro
pensamiento y acciones, dando por sentado que “así son las cosas y así están bien”
lo que se traduce en dificultades para hacer frente a cambios rápidos en varios
dominios de nuestras vidas. Cuestionar lo que hago y el por qué lo hago todo el
tiempo, es una buena manera de practicar la autoregulación de los sesgos.
El segundo son los enemigos del aprendizaje. En la medida que los
identifiquemos, aceptemos, y trabajemos a partir de ellos aprender y
desaprender será (un poco) más sencillo. Fredy Kofman, en su libro Metamanagement,
menciona diez enemigos del aprendizaje, me detendré tan solo en tres:
Miedo. Aprender y desaprender implican miedo. Miedo de emprender un
camino sinuoso y desconocido para aprender; y, miedo de dejar un puerto
conocido al cual asirse para desaprender. El miedo en palabras de Carlos
Castaneda, es el primero de los enemigos naturales del hombre; un enemigo
terrible, traicionero y difícil de vencer. El miedo se oculta en cada recodo
del camino, asechando, esperando y si el hombre, aterrado en su presencia, se
retira, su enemigo habrá logrado poner fin a su aprendizaje.
Arrogancia. “Soy un experto, no necesito aprender cosas nuevas”, “es
que a mi, mi gran mentor y maestro me enseñó que…” dice el arrogante
encerrándose en si mismo y desacreditando los demás por vergüenza al “no sé”
Confusión. “No entiendo lo que sucede, y no me gusta” La confusión
es principio de las paradojas del aprendizaje. Lo único seguro al aprender es
que habrá confusión y frustración… ¡Bienvenidas ambas emociones!
Desaprender implica intrínsecamente cambiar. Años de aprendizaje previo
se amotinarán antes de emprender de manera ordenada y consciente su retirada
hacia el camino del olvido. Debemos empezar a entender por qué necesitamos
cambiar, abrirnos a nuevas posibilidad y abrazar nuestro rol de aprendices. A
la mente del principiante, señala Suzuki en su libro Mente Zen, se le presentan
muchas posibilidades; a la del experto, pocas.
Epílogo.- En el tercer episodio de Human Leader, Yhaz Aleman, nos
compartió el tema: Desaprender para crear mi marca personal. Corre a
echar un vistazo a este episodio:
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rogelio@humanleader.mx
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