Hace unos días,
platicando con un colega, salió a la conversación el tema del flex time. Lo
noté preocupado; su organización ha impulsado fuertemente los esquemas de
trabajo a distancia, donde incluso algunos miembros del equipo directivo viven
en otros países, lo que ha incidido, de acuerdo a mi colega, en los pobres
resultados en la empresa que labora. Esta plática me hizo recordar el arquetipo
de cultura fragmentada del modelo del
cubo de la Doble S de Goffe (2001), donde el nivel de sociabilidad de los
miembros de una empresa con este tipo de cultura es bajo, se privilegia el
trabajo individual y solamente se reconoce a los miembros con enfoque en logros
y objetivos. La conversación coincidió con algunos artículos y podcast que he escuchado recientemente acerca
de los aspectos negativos de los esquemas de flex time, los cuales se resumen de
forma principal en dos: la fragmentación de los equipos de trabajo, similar a
la opinión de mi colega; y, el hecho de que estos esquemas flexibles son
utilizados para ocultar otras deficiencias organizacionales y de manejo del
capital humano.
Creo que
deberíamos ir por partes y empezar por definir lo “qué si es”, y lo “qué no es”
el flex time. El flex time debemos entenderlo como una iniciativa de una
organización para generar espacios de bienestar a sus colaboradores que les
ofrezca mayor flexibilidad, autonomía y habilidad para llevar una mejor vida. Estos
esquemas pueden ser desde el muy famoso —para bien o para mal— trabajo a distancia,
bolsa de horas para atender asuntos médicos menores, eventos escolares de los
hijos o citas personales; hasta modalidades de tiempo por tiempo, maternidad o
paternidad extendida, viernes corto, entre otros. Sin embargo, el flex time no
es trabajar menos horas, levantarse tarde por estar desvelado, o tan solo una
iniciativa caprichosa para ser una empresa cool.
Realmente ¿el flex
time fragmenta la cultura o ayuda a encubrir carencias de la organización? ¿Si!,
¡Definitivamente si!... de la misma manera como lo sería cualquier otra
iniciativa organizacional mal aplicada y peor ejecutada por una empresa.
De acuerdo a
Gallup (It’s the manager, 2019), los
empleados no están buscando amenidades tales como cuartos de juegos, comida
gratis, o máquinas de capuchino. La gente está buscando beneficios enfocados a
su bienestar, entre los que por supuesto se encuentra el flex time. Gallup
clasificó los beneficios más apreciados por los Colaboradores en cuatro
categorías organizados de menor a mayor relevancia: básicos, importantes,
diferenciales; y, los de valor agregado. El flex time es considerado como
diferenciador, mientras que los programas de desarrollo, aprendizaje y
coaching, son los considerados de valor agregado. ¿Qué nos dice lo anterior?
Que los empleados estamos —sí, estamos— buscando empresas enfocadas en nuestro equilibrio de vida y carrera.
Un 53% de los
empleados en Estados Unidos aceptan una oferta de empleo de empresas con reputación
de tener visión de equilibrio para sus empleados y que cuenten con programas de
bienestar y un 63% de los millennials se cambiarían a un trabajo que cuente con
esquemas de flex time. Sin embargo, solo 44% de las empresas en Estados Unidos tienen
programas de este tipo.
¿El flex time es
popular? ¡Pero por supuesto! y no por eso debemos estigmatizarlo como algo
malo. ¿Ayuda a incrementar la satisfacción de los colaboradores?; definitivo; ¿este
tipo de programas fragmenta la cultura de la empresa? ¡Para nada!... salvo que
ese sea el objetivo de una empresa al implementarlo. Es más sencillo fragmentar
la cultura de una organización con una alta gerencia enfocada solamente en
resultados y donde se privilegien los logros y objetivos individuales, que con
este tipo de esquemas.
No temamos en
implementar —con orden, de manera paulatina y midiendo los resultados y
efectividad de la empresa— este tipo de esquemas. Dejemos que los colaboradores se empiecen a
hacer con el control de sus vidas; al final, la clave del éxito de estos
programas es el nivel de responsabilidad del gerente.
Epílogo.- Pero no por
implementar estos programas dejemos de hacer lo que nos corresponde en
beneficio de los colaboradores.
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