El cerebro humano es un órgano fascinante y maravilloso que utilizamos en formas que aún no entendemos del todo. De entre lo que si alcanzamos a comprender, gracias a la neurociencia y campos relacionados, es que puede ayudarnos a tomar decisiones más rápido a través de una serie de atajos. Estos nos permiten hacer conexiones y crear soluciones sin reconstruir manualmente la información. Estos atajos son muy útiles, pero como todo, tienen un precio.
Ya en otras ocasiones he hablado acerca de los sesgos inconscientes, y al referirme a estos suelo empezar por aclarar un mito: los sesgos no son malos, al contrario, son una poderosa herramienta de nuestro cerebro para materializar nuestra realidad. Nos ayuda a interpretar la realidad y llevar nuestro pensamiento abstracto hacía un pensamiento concreto en el aquí y en el ahora.
El sesgo inconsciente surge de una característica del cerebro humano que nos permite, con el fin de ser más eficientes y como mencioné previamente, tomar decisiones a través de atajos. En tan solo un día las personas tomamos un promedio de 35,000 decisiones y el 99.74% de estas las tomamos de manera automática, es decir, tomamos más o menos unas 91 decisiones diarias de manera consciente.
Si partimos del hecho que casi treinta y cinco mil decisiones diarias las tomamos “en piloto automático” y que poco menos de cien lo hacemos “al mando de los controles” podemos vislumbrar el porqué estos atajos pueden llevarnos a tomar decisiones cuestionables. A esto añadamos el hecho de que las pocas decisiones que tomamos de manera consciente lo hacemos a partir de nuestro limitado (y un tanto irracional) conocimiento de la realidad, por esto es que “a menudo acabamos tratando a las personas y las situaciones en función de generalizaciones inconscientes e ideas preconcebidas en lugar de usar un conjunto de parámetros cuantitativos o cualitativos objetivos” (Elsevier, 2022)
Dado el impresionante número de decisiones que tomamos diariamente, la inteligencia artificial surge como potente herramienta tecnológica que está incrementando la productividad humana a niveles no conocidos hasta ahora, y con esto, incrementando de manera impresionante nuestros sesgos.
La inteligencia artificial, no es otra cosa que algoritmos (secuencia de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problema imitando las capacidades humanas) creados por humanos. Crear un algoritmo es como educar a un niño, crecerá y aprenderá a partir de nuestra concepción del mundo. Los hijos se forman la realidad del mundo a partir de la de sus padres, en los algoritmos sucede algo similar. Detrás del gobierno de los algoritmos (o de la educación de los hijos) están las decisiones de las personas que los alimentan. Al igual que sucede con nuestros hijos, la inteligencia artificial réplica (e incluso magnifica) los sesgos y prejuicios de quienes la crean y alimentan.
¿Cómo evitar replicar los sesgos tecnológicos? Principalmente siendo conscientes de los nuestros. El concepto de sesgo cognitivo fue introducido por los psicólogos israelíes Kahneman y Tversky en 1972. El sesgo inconsciente es entender el observador que soy, y cuando esto lo traemos a nuestro nivel de consciencia, suele sorprendernos. Tener conciencia que dado que soy quien yo soy (ya sea mi educación, mi familia, mis estudios; y en general mi contexto) actúo como actúo; hago juicios y tomo decisiones de manera inconsciente y automática. Entender esto es vital, traer nuestros sesgos a la consciencia y actuar en consecuencia es necesario para evitar discriminación que resulte en una pobre toma de decisiones personales.
Existen diversas maneras para mejorar la comprensión de nuestros sesgos, identificarlos y superar los prejuicios internos que tenemos:
- Conocer los principales tipos de sesgos cognitivos.
- Ralentizar nuestro proceso de toma de decisiones.
- Preguntarnos constantemente si estamos analizando la mayor información posible.
- Ser abiertos a nuestros sesgos cuando nos los hagan ver.
- Y sobre todo, ayudar a otras personas a identificar sus propios sesgos.
Estos “atajos” o elecciones que tomamos de manera intuitiva, ha llevado a múltiples investigadores a tratar de identificar los sesgos conocidos (aunque prácticamente toda decisión humana, como ya vimos, lleva algún tipo de sesgo, conocido o no). Buster Benson organizó 175 sesgos conocidos en un códice gigante, clasificó los sesgos y los agrupó, por problema que tratan de resolver en cuatro categorías más grandes: (1) demasiada información, (2) insuficiente información, (3) necesidad de actuar rápido; y, (4) ¿qué debemos recordar?
En el mar de datos en que vivimos (sobrecarga de información), nuestra apremiante necesidad de entender con rapidez los comportamientos humanos, aunado a la necesidad de agrupar toda la información con que contamos para discriminar lo que necesita ser recordado de lo que no, origina que nuestros cerebros recurran de manera constante y sistemática a atajos para la toma decisiones con rapidez. El ser conscientes de esto, a partir de mejorar nuestra escucha y legitimar la forma de ver del mundo de “los otros”, evitará que dañemos a terceras personas pero sobre todo que juntos, sigamos construyendo un mundo mejor.
Epílogo.- Uno de mis sesgos favoritos es el de la falsa singularidad. Todos, sin excepción, lo tenemos. Este consiste en la creencia sistemática de que nuestras capacidades y habilidades son únicas y mejores que las de la media.
---𝚁𝚘𝚐𝚎𝚕𝚒𝚘 𝚂𝚎𝚐𝚘𝚟𝚒𝚊, 𝙳𝚘𝚌𝚝𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝙵𝚒𝚕𝚘𝚜𝚘𝚏í𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝙰𝚌𝚎𝚗𝚝𝚞𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚎𝚗 𝙴𝚜𝚝𝚞𝚍𝚒𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙲𝚞𝚕𝚝𝚞𝚛𝚊, 𝚎𝚜 𝚏𝚞𝚗𝚍𝚊𝚍𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝙷𝚞𝚖𝚊𝚗 𝙻𝚎𝚊𝚍𝚎𝚛, 𝚂𝚘𝚌𝚒𝚘-𝙳𝚒𝚛𝚎𝚌𝚝𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚃𝚑𝚒𝚗𝚔 𝚃𝚊𝚕𝚎𝚗𝚝, 𝙿𝚛𝚘𝚏𝚎𝚜𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝙲á𝚝𝚎𝚍𝚛𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝙸𝚃𝙴𝚂𝙼 𝚢 𝙿𝚛𝚎𝚜𝚒𝚍𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙲𝚘𝚖𝚒𝚜𝚒ó𝚗 𝚍𝚎 𝚁𝚎𝚌𝚞𝚛𝚜𝚘𝚜 𝙷𝚞𝚖𝚊𝚗𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙲𝙾𝙿𝙰𝚁𝙼𝙴𝚇, 𝙽𝚞𝚎𝚟𝚘 𝙻𝚎ó𝚗---
Comentarios
Publicar un comentario