La formación de silos en las organizaciones es hasta cierto punto natural. La creación de silos, en principio, tienen su origen en la especialización por áreas e intereses comunes de sus miembros. Ayudan a crear un sentido de identidad y pertenencia. Los humanos somos gregarios, y las comunidades proporcionan protección, estructura y roles definidos. En una organización, las distintas áreas que la componen (mercadotecnia, ventas, calidad, etc.) son pequeños ecosistemas de individuos y relaciones interconectados en una unidad principal llamada “empresa”. El problema deviene cuando se rompen las interconexiones de los ecosistemas (ya sea de manera vertical, horizontal, geográfico o demográfica) y se forman los temidos silos.
Podemos aseverar que los silos se forman básicamente por falta de confianza. La falta de confianza en la comunicación y colaboración entre las áreas, va minando los puentes de cooperación interdepartamental, y esto termina convirtiéndose en pequeñas guerras internas que a largo plazo repercuten negativamente en la “empresa”. Esas guerras o batallas van enfocada hacia toma de decisiones, manejo de recursos, imposición de agendas particulares y poder dentro de la organización; todo esto termina convirtiéndose en una guerrilla o pleito de pandillas por controlar “territorio por territorio”.
El principal elemento que denota la existencia de silos en una empresa es la falta de colaboración e inequidad entre departamentos. La American Management Association estima que un 83% de las empresas adolecen de falta de colaboración interna y en una encuesta reciente aplicada por esta organización arrojó que un 97% de los encuestados se quejaban de la existencia de silos en su empresa, lo que provocaba luchas de poder y conflictos entre las personas. Esto al final se traduce en falta de cooperación y bajos niveles de desempeño organizacional; donde el mayor obstáculo para el crecimiento empresarial son precisamente la existencia de silos (Stone, 2004).
¿Por qué emergen los silos? Como recién mencioné, se forman por falta de confianza, lo que a su vez propicia que los lideres antepongan sus objetivos personales a los de la organización y finalmente todo termina en una guerrilla de poder, llevándose al traste a la organización.
¿Entonces debemos destruir los silos? Si, pero no del todo; lo que habría que hacer es tomar un gran taladro, hacer muchos orificios, y luego interconectar todos los silos entre si y a todos los niveles. Los pequeños ecosistemas bien interconectados, al tener una territorialidad bien definida, fomentan el accountability de las personas, ya que la responsabilidad se aclara a partir de límites bien trazados. Recordemos que el balance lo es todo; lo positivo de identificar y potenciar pequeños ecosistemas bien interconectados, se vuelve en una tremenda perdida de energía organizacional cuando se convierten en silos y además fomenta la aparición de nuestro querido personaje, el pequeño tirano.
¿Cómo destruir o desincentivar silos? Dejemos de hablar (tanto) de la cultura de la meritocracia individual y fomentemos una cultura colaborativa (a partir de conversaciones honestas y confiables que fomenten relaciones entre individuos y equipos) con medidas de desempeño conjuntas, donde las recompensas económicas y no económicas dependan de objetivos interconectados y no necesariamente de logros individuales.
Epílogo.- La existencia de silos en las empresas es un problema real que afecta directamente el desempeño y resultados de las organizaciones. Reconocer su existencia es el primer paso para derribarlos.
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