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Sociedad del rendimiento ¿por antonomasia (o por eufemismo) cultura empresarial?



#MiércolesDeFilosofía

El domingo pasado, leí una publicación en Facebook(*) que apuntaba que la “La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria - como dijera Foucault-, sino una sociedad de rendimiento. Byung-Chul Han (p.25)”

En la sociedad del cansancio, Han (2012) menciona que “la sociedad disciplinaria de Focault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya sujetos de obediencia, sino sujetos de rendimientos”

En esta sociedad del rendimiento “el hombre contemporáneo ha devenido en una fábrica de sí, hiperactiva, hiperneurótica, que agota cada día su propio ser diluyéndolo en un sin fin de actividades, a la postre, vacías de sentido” (Vazquez Roca, 2017)

Es de suponer que esta sociedad del rendimiento a que Han hace mención es lo que por antonomasia (o quizá por eufemismo) llamamos en las empresas “cultura organizacional, que a su vez se caracteriza a través del comportamiento que solemos llamar “meritocracia”(**). De aquí el tipo de “cultura” que en muchas empresas se impulsa, donde el objetivo principal parte del rendimiento de la empresa más que del bienestar de sus empleados. 

Una empresa, por definición es una “unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos” (RAE, 2018) pero hemos llegado a un punto en que vivimos en una sociedad al borde (si no es que ya lo estamos) de un embotamiento por nuestra desmedida obsesión por el rendimiento y la ganancia. Max Weber (1901) criticaba que “la ganancia no es un medio para la satisfacción de necesidades vitales materiales del hombre, sino que más bien este debe adquirir por qué tal es el fin de su vida. El empresario que de modo permanente actúa contra estas normas es eliminado indefectiblemente de la lucha económica; del mismo modo, el trabajador que no sabe cuando puede adaptarse a ellas, es arrojado a la calle para engrosar las filas de los sin trabajo”


El diario The New York Times publicó (Marzo, 2019) un artículo en el cual se menciona que “EUA consume un tercio de los opiáceos del mundo, pero un quinto de los estadounidenses todavía dice que sufre de dolor crónico” ¿Qué significa esto? Significa que cómo sociedad estamos creciendo más que nunca, existe más riqueza, menos desempleo y menos pobreza que en ningún momento previo de la historia de la humanidad (hablo de pobreza, no de desigualdad) pero somos, con todo y nuestros gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios, mas infelices que nunca. Nuestra incesante búsqueda de rendimiento, ergo, de resultados nos está conduciendo a un camino que no conocemos y que nunca hemos transitado. 


Suponiendo que exista ¿En qué hemos convertido la felicidad? La hemos convertido ya sea en un autoengaño o en una reorganización de nuestro sistema bioquímico a través de opiáceos... ¿para qué? Para asegurar el rendimiento y por ende los resultados. 

Epílogo.- Finalmente ¿la cultura organizacional de nuestras empresas busca el rendimiento y maximización de utilidades de la empresa o busca el bienestar de sus empleados?

________

(**) La meritocracia o cultura del esfuerzo es aquella en la que el esfuerzo diligente y continuo del empleado le permite aspirar a escalar dentro de la clasificación jerárquica de la empresa.

Foto: Tomada de Internet.

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