Ir al contenido principal

Maratón de Monterrey 2017 (kilómetros 10 y 33)

Si estás corriendo, no importa qué tan rápido o lento eres, tú eres corredor.
A. Kastor

Me gusta ir a tomar fotos al maratón de Monterrey; este es el tercer año que lo hago (ver: álbum 2015; álbum 2016; y, álbum 2017). Me desperté poco antes de las 06:00 am; me preparé un expreso y hojee el periódico y me pregunte si realmente valía la pena abandonar la comodidad de mi pijama y enfundarme una sudadera, una chamarra, guantes con los dedos abiertos, pantalón de mezclilla y tenis para aventurarme en el frio del amanecer.

Estuve unos minutos de pie; frente al calentador en el distribuidor del segundo piso antes de poner manos a la obra, abandonar ese momento de indecisión hubiese sido romper la rutina de los últimos dos años antes de salir rumbo, con mi cámara al hombro, rumbo al maratón.

Este año opté estar en el kilómetro 10 y en el kilómetro 33; la decisión fue básicamente la siguiente. En el km. 10 vas corriendo con la animo a tope, en el primer corte mental para revisar el apego al plan de carrera y totalmente enfocado en la estrategia; las sonrisas en el rostro de los corredores florecen de manera natural y el ánimo impera ante el apoyo del púbico. En el km. 33 empiezas a correr con el corazón; la estrategia se desvanece entre las piernas y los kilómetros recorridos, la fatídica pared hace su aparición —o peor aún, ya se instaló en el corredor—. Por eso opte por esos dos puntos; no hay nadie que se resista a una fotografía en el km. 10; tampoco hay nadie que no reciba una dosis extra de motivación en el km. 33 al ver una cámara fotográfica disparándole al rostro.

Epílogo.- Este álbum fotográfico, es un pequeño reconocimiento por los cientos de kilómetros entrenados por los corredores del Maratón de Monterrey 2017.


Ingresa aquí al álbum fotográfico del Maratón de Monterrey 2017.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vuelo privado con American Airlines

MONTERREY, N.L. Diciembre 10, 2014 (Sala de última espera del aeropuerto). —Todos los grupos pueden abordar ahora el vuelo 1272 con destino a Dallas, Texas— advirtió de forma divertida, pero protocolaria la representante de American Airlines; tomó con formalidad mi pase de abordar y pasaporte; escaneó el primero y levantó el segundo a la altura de mi rostro para cotejarlo. Terminada la rutinaria revisión me sonrió al tiempo que apuntaba —Bienvenido Señor Segovia— Recorrí de forma rápida el anden de abordaje encontrando a mi paso rostros que reflejaban una mezcla de diversión y sorpresa para llegar finalmente a la puerta del avión y confirmar que tenía un flamante, nuevo (y vacío -por cierto) Airbus 319 a mi entera disposición. Los tres sobrecargos, Cindy, Linda y Julio, me recibieron con sendas sonrisas, tomaron mi abrigo y cuando iba rumbo a mi lugar, me invitaron a tomar asiento en primera clase; un ascenso previamente autorizado por el piloto de la aeronave. Me s

Observo, luego existo.

“Abre tus ojos y tu corazón a todas las inquietudes humanas, ninguna es ajena al coaching” Julio Olalla. He iniciado un viaje; no un viaje cualquiera. Este viaje no requiere de maletas, reservaciones o pasajes de avión; es más, ni siquiera es necesario tomar el carro para llegar a algún lado. Y sin embargo este viaje es más complejo, escarpado, con pronunciadas hondonadas y trayectos estrechos que cualquier otro que recuerde; he iniciado un viaje al vientre de la ballena. Y a diferencia de Jonás que exclamó a los asustadizos marineros de la atribulada embarcación que amenazaba con naufragar: “Tomadme y echadme al mar”, en mi caso fue por voluntad propia que decidí dar el salto rumbo al vientre de la ballena; un viaje de 9 meses, con sus días y su noches.  He iniciado el trayecto del ACP-el arte del coaching profesional;  un programa de formación y certificación de coaching ontológico con Julio Olalla (newfield network) a través de un proceso de aprendizaje transformacional p

Calavera a Rogelio (2018)

Tres vueltas se dio la muerte, a las nuevas oficinas Buscaba a Rogelio Segovia, para llevarlo a las ruinas Pero nunca lo encontraba, pues no buscó en la cocina A hornear pan se dedicaba, y no sospechó la catrina. Cuan por fin lo encontró,  la flaca alegre bailaba Rogelio siempre pensó, que a la calaca se le escapaba Pero esta vez le falló, o ¿no hizo bien la tirada? Su agenda la revisó, no está citada la condenada. Vengo a llevarte a la tumba, la huesuda le contaba Rogelio recurrió al viejo truco, se le ocurrió de volada Corramos el maratón, que será en Ensenada Si me ganas voy contigo, y ¡¡que gana la fregada!!. En su tumba nadie llora, ni su equipo de gerentes Puede ser que nadie sepa, que el tipo era  buena gente Aun que a veces se portaba, solo un poquito renuente Sobre todo en las juntas, donde El era el ponente. __________________ Epílogo.-   ¿Qué es una calavera? Las calaveras literarias son palabras populares en forma de rimas escritas de man