Si estás corriendo, no importa qué tan rápido o lento eres, tú eres corredor.
A. Kastor
Me gusta ir a tomar fotos al maratón de Monterrey; este es el tercer
año que lo hago (ver: álbum 2015; álbum 2016; y, álbum 2017). Me desperté poco
antes de las 06:00 am; me preparé un expreso y hojee el periódico y me pregunte
si realmente valía la pena abandonar la comodidad de mi pijama y enfundarme una
sudadera, una chamarra, guantes con los dedos abiertos, pantalón de mezclilla y
tenis para aventurarme en el frio del amanecer.
Estuve unos minutos de pie; frente al calentador en el distribuidor
del segundo piso antes de poner manos a la obra, abandonar ese momento de
indecisión hubiese sido romper la rutina de los últimos dos años antes de salir
rumbo, con mi cámara al hombro, rumbo al maratón.
Este año opté estar en el kilómetro 10 y en el kilómetro 33; la
decisión fue básicamente la siguiente. En el km. 10 vas corriendo con la animo
a tope, en el primer corte mental para revisar el apego al plan de carrera y
totalmente enfocado en la estrategia; las sonrisas en el rostro de los
corredores florecen de manera natural y el ánimo impera ante el apoyo del
púbico. En el km. 33 empiezas a correr con el corazón; la estrategia se
desvanece entre las piernas y los kilómetros recorridos, la
fatídica pared hace su aparición —o peor aún, ya se instaló en el corredor—.
Por eso opte por esos dos puntos; no hay nadie que se resista a una fotografía en
el km. 10; tampoco hay nadie que no reciba una dosis extra de motivación en el
km. 33 al ver una cámara fotográfica disparándole al rostro.
Epílogo.- Este álbum fotográfico, es un pequeño reconocimiento por los cientos
de kilómetros entrenados por los corredores del Maratón de Monterrey 2017.
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