“Así como personas que son diferentes reaccionan de manera similar a desafíos similares, puede llegar a ocurrir que también esperen estas mismas reacciones en los demás o que incluso se obliguen unas a otras a afrontar dicha situación típica de ésta y de ninguna otra forma”
Berger, Peter, y Luckmann Thomas. “Modernidad, pluralismo y crisis de Sentido.
La orientación del hombre moderno”
A partir de
ayer, nos quedan tres sesiones de aprendizaje antes de tener la tercer y última
conferencia internacional en la cual conoceré el desenlace de este mi tempestuoso e indómito viaje
a través del vientre de la ballena.
Ayer martes,
tuvimos nuestra transpenúltima sesión en la cual hicimos un repaso de aquellos
temas, que, como coaches aprendices, aún nos inquietan en las conversaciones ontológicas.
Está por demás decir que cada uno de nosotros, los viajeros, nos declaramos inquietos
por distintas partes del proceso. Sin embargo, me llamó mucho la atención el
poder observar, a mi juicio, que estamos experimentando un fenómeno similar al
que enfrentamos los corredores de maratones, la mítica pared.
La pared es descrita
como el agotamiento extremo al que llegan los corredores poco después del kilómetro
treinta y dos.
Es si, un agotamiento
físico y muscular, pero es también un golpe al estado de ánimo. Nuestro cuerpo
y nuestras emociones forman una peculiar alianza en la cual articulan múltiples
justificaciones para abandonar el maratón; sin embargo los maratonistas no suelen ser
el tipo de partidarios de la ley del menor esfuerzo. En un maratón 42,195
metros son 42,195 metros. A nadie le han dado una medalla por correr 38
kilómetros; un maratonista no puede dejar para después los últimos 3; los
kilómetros no se delegan o reasignan: no existen kilómetros de 800 metros.
Algo similar he
podido observar en la recta final de nuestro viaje como coaches aprendices.
Estamos enfrentándonos a la pared, desafiando al hombre del martillo. Nuestras emociones
están a flor de piel, nuestra coherencia —como la del maratonista— ha cambiado,
ya no somos los mismos; y al igual que un corredor al terminar su primer maratón, ya no seremos los mismos.
Y es en este
momento donde debemos focalizarnos en un solo punto, en un solo objetivo. Dirigir
nuestro cuerpo rumbo a la meta, utilizar todos nuestros recursos disponibles
para convencer a la razón, apelar a nuestro corazón para sobrepasar el muro,
dejar atrás al señor del martillo y enfilarnos a la línea final.
¿Sigo hablando acerca
de los maratonistas?
No; no lo creo.
Epílogo.- “La respuesta a las grandes preguntas
en el correr es la misma respuesta a las grandes interrogantes de la vida: haz
lo mejor con lo que tengas” George Sheehan-
Imagen: Tomada de Internet
Imagen: Tomada de Internet
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