Nos han inculcado que los errores son parte del aprendizaje. Las organizaciones se han empeñado en mostrar que el error es parte de la cultura organizacional y fuente de innovación; incluso se comparten historias inspiradoras de cómo el error ha llevado a grandes descubrimientos en favor de la humanidad.
Una de las historias más comunes que suelen contarnos, para enaltecer y embellecer lo importante que es equivocarnos, es la historia detrás del Post-it, los papelitos de colores que andan adheridos por todas partes, y que es considerado uno de los 100 inventos que cambiaron el mundo.
A finales de los años 60, el químico Dr. Spencer Silver trataba de encontrar un pegamento o adhesivo de alta capacidad que pudiera ser usado en la construcción de aviones, pero falló. Silver desarrolló un adhesivo extremadamente débil en comparación con lo que requería. Mostró el problema a sus compañeros con la esperanza de encontrar alguna solución, sin embargo, ninguno de sus colegas pudo ofrecerle la ayuda que necesitaba. Decidió archivar su invento.
En 1974, un colega del Dr. Silver, Art Fry, quien colaboraba en el coro de una iglesia y solía perder las páginas en el libro de himnos, estaba buscando una manera de marcar las hojas sin dañarlas ni dejar residuos. Fry recordó el invento de Silver… y pues el resto es historia.
De acuerdo con Anjli Raval, editora de la sección de Gestión del Financial Times, la teoría nos dice que el fracaso brinda la oportunidad de recalibrar y volver más fuerte. Este tipo de pensamiento es importante. Evita que las personas asignen su autoestima a algo que no funcionó y les permite ser mejores, más inteligentes y más duros la próxima vez. Pero no todos aprovechan la oportunidad de aprender de las cosas que van mal.
En un mundo de contrataciones tan convulso, en dónde prácticamente cualquier persona con un buen desempeño laboral y adecuada gestión de talento puede cambiar de empleo con suma facilidad, suele haber equivocaciones. Con una hipoteca por liquidar y colegiaturas por pagar, ¿qué tanto margen de equivocarnos tenemos? Al final, de lo que hablamos, es de tu vida.
El puesto se veía genial cuando estabas postulando y aceptas. Con todo y que hiciste la tarea previa de llevar a cabo una minuciosa investigación acerca de su cultura y ambiente de trabajo, de que la oferta era inmejorable, de que la empresa, era el sueño de casi cualquier profesionista en la ciudad e incluso certificada como uno de los mejores lugares para trabajar en el país, te equivocaste: ¿qué sigue?
Primero y más importante, no entrar en pánico ni tomar una decisión precipitada.
Segundo, y casi tan importante como el anterior, es no verte atrapado en un juego de culpas. Esto distrae la comprensión de lo que salió mal. El objetivo debe ser volverte más inteligente, no ajustar cuentas contigo mismo.
Tercero, levantar la mano. ¿Por qué piensas que te equivocaste?, realmente fallaste o solo estas en un proceso de adaptación. Buscar ayuda es indispensable para determinar si son hechos o solo percepciones y encontrar las verdaderas razones detrás del arrepentimiento que sientes; además, siempre es bueno dar un poco de tiempo para que las cosas se decanten.
Cuarto, hablar con un profesional de carreras puede ser muy útil, ya que te ayudará a ver cuáles son tus opciones y te auxiliará en la toma de la mejor decisión. De acuerdo con Juan Valles, consejero de carrera y director de Careeradvisor-mx, al momento de tomar una mala decisión de carrera necesitas tener paciencia y pensar de manera estratégica a corto y a largo plazo, pues de lo contrario, seguramente volverás a equivocarte. Después de un error, tu carrera está en el filo de la navaja, y carrera es igual a familia.
Recuerda que no importa la profundidad de tu investigación o la duración del proceso de entrevista, aceptar un nuevo trabajo siempre es una especie de apuesta. En la medida de lo posible, trata de jugar a lo seguro.
Epílogo.— Hablamos mucho de los extremos de la pirámide, es decir, de aquellos colaboradores en posiciones ejecutivas y en los que están en posiciones operativas. Pero a veces, olvidamos a los mandos medios, aquellos que se encuentran entra ambos extremos de la pirámide. De acuerdo a McKinsey aunque el pasado reciente no ha sido amable con los mandos intermedios, una nueva investigación vincula sus roles con el desempeño superior de la organización, especialmente en un lugar de trabajo que se transforma rápidamente. Según Emily Field, coautor del libro Power to the Middle: Why Managers Hold the Keys to the Future of Work, “los mandos intermedios tienen una reputación bastante mala, pero sabemos que los jefes son el principal factor determinante de la satisfacción, el rendimiento y las percepciones de bienestar de los empleados. Los mandos intermedios son importantes y no los hemos preparado para que tengan éxito”.
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