Ir al contenido principal

No hagas olas: Cultura de la no-queja

La semana pasada escuchaba el episodio #258 – Largo Aliento de Macario Schettino en donde el autor habla de la autoestima y de algunos elementos de la cultura, desde una perspectiva antropológica, de los mexicanos.

El autor reflexiona acerca del modelo de las 6 dimensiones de Hofstede, el cual es utilizado para identificar y comprender comportamientos culturales de un grupo determinado de personas; y del mapa mundial de valores culturales de Inglehart, el cual describe la relación de los valores culturales de diferentes sociedades.

Una de las dimensiones o variables de Hofstede en la que Schettino hace mayor énfasis es la permisividad, una variable en la que México, de entre los países de la muestra, tiene indiscutiblemente el primer lugar. La permisividad, en palabras de Schettino, es la “capacidad que tiene la sociedad de que cada quién haga lo que le dé la gana”, o como él mismo explica, “los mexicanos no nos queremos meter con los demás, si alguien está haciendo algo mal en la calle, la gente solo se le aleja y muy rara vez alguien le reclama.”

Por esto el autor hace la pregunta en Largo Aliento ¿La baja autoestima de los mexicanos tiene que ver con su permisividad?

El tema me ha estado dando vueltas estos últimos días, y la frase que de manera insistente regresa una y otra vez es el muy mexicano: no hagas olas. En México quejarse es mal visto. Hasta a las palabras le tenemos miedo; decir 'tengamos una discusión' es impensable, es agresivo. 'Quejarse' menos, en inglés es 'complain' y eso suena a denuncia o agravio.

En México no nos quejamos. Vaya, no nos quejamos de manera formal y por los canales adecuados. Nos gusta 'repelar' por todo y estar inconformes, pero seguir un proceso formal de queja, no.

Si en tu trabajo eres testigo o víctima de alguna injusticia, acoso laboral, o en general de alguna situación que quebrante las reglas de la organización, el mantra es: “no hagas olas, no te quejes, recuerda que el hilo se rompe por lo más delgado y te puedes quedar sin trabajo”. En temas políticos, con mayor razón te sugieren “no hagas olas, no te quejes, porque ellos, los políticos, son poderosos, tú no”. ¿Tienes un problema con un vecino? “Mejor no hagas olas, no te quejes, que vas a tener que aguantar todo el tiempo que viva ahí.”. ¿Quejarse de la religión? Ni hablar, de eso mejor no hables.

Esto, en resumen, esto pareciera la ley de la selva y mejor “no hagamos olas y vámonos a otra parte”. ¿El resultado? No tener, como país, como ciudadanos, como empleados, reglas aplicables a todos y que él tenga más saliva, trague más pinole.

Epílogo.- Escribo este texto buscando un hotspot de WiFi ya que desde hace 6 días estoy sin acceso a la red mundial de internet. De hecho, de los 23 días que lleva el mes de enero, tengo, en dos eventos con el mismo problema, doce días sin acceso a internet. ¿Mi proveedor? Infinitum de Telmex. ¿Poner una queja? Claro, pero… ¿Cómo hacerlo? “No te quejes mucho, o no te harán caso”; “No seas muy insistente, o menos te arreglarán el problema”; “¿Enérgico pero respetuoso solicitando el reembolso de los días que no funcionó? Ni pensarlo, jamás tendrás servicio”. Entonces, me pregunto confundido, ¿cuáles son mis opciones? “Esperar, esperar y esperar… o cambiarte de proveedor, pero no esperes que las cosas cambien mucho” Suspiro… un país sin reglas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vuelo privado con American Airlines

MONTERREY, N.L. Diciembre 10, 2014 (Sala de última espera del aeropuerto). —Todos los grupos pueden abordar ahora el vuelo 1272 con destino a Dallas, Texas— advirtió de forma divertida, pero protocolaria la representante de American Airlines; tomó con formalidad mi pase de abordar y pasaporte; escaneó el primero y levantó el segundo a la altura de mi rostro para cotejarlo. Terminada la rutinaria revisión me sonrió al tiempo que apuntaba —Bienvenido Señor Segovia— Recorrí de forma rápida el anden de abordaje encontrando a mi paso rostros que reflejaban una mezcla de diversión y sorpresa para llegar finalmente a la puerta del avión y confirmar que tenía un flamante, nuevo (y vacío -por cierto) Airbus 319 a mi entera disposición. Los tres sobrecargos, Cindy, Linda y Julio, me recibieron con sendas sonrisas, tomaron mi abrigo y cuando iba rumbo a mi lugar, me invitaron a tomar asiento en primera clase; un ascenso previamente autorizado por el piloto de la aeronave. Me s

Observo, luego existo.

“Abre tus ojos y tu corazón a todas las inquietudes humanas, ninguna es ajena al coaching” Julio Olalla. He iniciado un viaje; no un viaje cualquiera. Este viaje no requiere de maletas, reservaciones o pasajes de avión; es más, ni siquiera es necesario tomar el carro para llegar a algún lado. Y sin embargo este viaje es más complejo, escarpado, con pronunciadas hondonadas y trayectos estrechos que cualquier otro que recuerde; he iniciado un viaje al vientre de la ballena. Y a diferencia de Jonás que exclamó a los asustadizos marineros de la atribulada embarcación que amenazaba con naufragar: “Tomadme y echadme al mar”, en mi caso fue por voluntad propia que decidí dar el salto rumbo al vientre de la ballena; un viaje de 9 meses, con sus días y su noches.  He iniciado el trayecto del ACP-el arte del coaching profesional;  un programa de formación y certificación de coaching ontológico con Julio Olalla (newfield network) a través de un proceso de aprendizaje transformacional p

Calavera a Rogelio (2018)

Tres vueltas se dio la muerte, a las nuevas oficinas Buscaba a Rogelio Segovia, para llevarlo a las ruinas Pero nunca lo encontraba, pues no buscó en la cocina A hornear pan se dedicaba, y no sospechó la catrina. Cuan por fin lo encontró,  la flaca alegre bailaba Rogelio siempre pensó, que a la calaca se le escapaba Pero esta vez le falló, o ¿no hizo bien la tirada? Su agenda la revisó, no está citada la condenada. Vengo a llevarte a la tumba, la huesuda le contaba Rogelio recurrió al viejo truco, se le ocurrió de volada Corramos el maratón, que será en Ensenada Si me ganas voy contigo, y ¡¡que gana la fregada!!. En su tumba nadie llora, ni su equipo de gerentes Puede ser que nadie sepa, que el tipo era  buena gente Aun que a veces se portaba, solo un poquito renuente Sobre todo en las juntas, donde El era el ponente. __________________ Epílogo.-   ¿Qué es una calavera? Las calaveras literarias son palabras populares en forma de rimas escritas de man