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Los segundones no deben brillar: calladito te ves más bonito.

Hace unos días la prensa de espectáculos explotó por la polémica ruptura entre los españoles Joaquín Sabina y Pancho Varona. Todo inició cuando el guitarrista Varona hizo público que el cantautor Sabina cortó el vínculo que los unía y no lo convocó para su próxima gira por España y Latinoamérica titulada “Contra todo pronóstico”.

Sabina y Varona tenían una relación de trabajo y amistad donde compartieron música, canciones, giras y habitaciones de hotel. Después de más de 40 años, la relación tuvo un final áspero. El guitarrista afirmó en su cuenta de Twitter que “Joaquín Sabina ha decidido, contra todo pronóstico, no contar conmigo en su próxima gira. ¡Millones de gracias y todo mi cariño! Sintiéndolo mucho”.

Las reacciones en todo sentido no se hicieron esperar, la prensa especializada y admiradores tomaron partido por uno u otro bando. Hubo quienes apuntaron que Sabina mal agradece la lealtad de su guitarrista, o los que acusan a Varona de falta de discreción en su trabajo, de querer brillar y hacer notar su trabajo, e incluso quienes comparan el modo “estridente” de Varona frente a otros de los músicos de Sabina quienes nunca han tenido que “reivindicar su figura” ni “proclamar” su trabajo, y que se han mantenido “detrás, discretos y sin tantas alharacas”.

Más allá de tirios y troyanos, ¿el papel de un colaborador debe ser estar a la sombra?, ¿mantenerse sin brillo y en la zona obscura? Podríamos esgrimir que este caso es diferente, ya que el ambiente de espectáculos es único y distinto, pero cuando el líder de la empresa es un rockstar… ¿Es válido pedirle a sus colaboradores que se mantengan a la sombra para que no opaquen al gran líder?

Frederick Taylor mencionaba que “en nuestro esquema, no les pedimos iniciativas a nuestros hombres. No deseamos iniciativa alguna. Todo lo que queremos de ellos es que obedezcan las órdenes que les impartimos, que hagan lo que les decimos y que lo hagan rápido”

A Varona, los defensores de Sabina, le piden que trabaje, que componga y que se mantenga detrás, discreto y sin tanta alharaca, vaya… que obedezca órdenes.

Pero cuando tú seas el Varona de tu oficina, ¿te quedarás a la sombra?

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