Hace unos días, durante una entrevista que me hicieron, me preguntaron: ¿Consideras que los mexicanos somos mediocres? La pregunta me dejó pensando unos cuantos segundos. En mi mente se agolparon dichos, chistes y comentarios que hemos escuchado durante mucho tiempo respecto a este tema.
Mi respuesta en automático iba a ser: ¡No!
Pero esa respuesta, ¿era por qué reconocerlo implicaría que yo lo soy?, ¿o por qué sería de mal gusto agarrar parejo con casi 127 millones de personas que vivimos en el país? O quizá no respondí de esa manera por qué imaginé que la siguiente pregunta podría ser: Si los mexicanos no somos mediocres, ¿por qué somos uno de los países que más horas trabaja, pero tiene poca productividad?
No olvidemos que México encabeza el ranking de la OCDE de los países que más horas trabajan, pero que tienen la peor situación de productividad laboral (al año trabajamos 480 horas por encima del promedio).
Pero esa no fue mi respuesta, y en los pocos segundos que reflexioné antes de contestar a mi entrevistadora, creí entender los motivos del porqué me incomodaba la pregunta.
—Quitemos por un momento la palabra mediocre —sugerí a mi interlocutora —Esta palabra tiene una connotación lesiva y un tanto agresiva, dar una respuesta usando el término mediocre, en un sentido u otro, polarizará lo que diga. Mejor preguntémonos ¿qué hace que un país sea exitoso y otro no?
—De acuerdo —aceptó mi entrevistadora.
—Un país exitoso tiene un sistema de consecuencias y recompensas robusto. Nos gusta hablar de cultura, incluso hay políticos que han asegurado que en México la corrupción tiene un origen cultural, pero si entonces hablamos de cultura, vamos a hablar de sistemas de valores compartidos y ahí, entonces sí, vamos a llegar a un punto muerto. La cultura también es un sistema de consecuencias y recompensas, o dicho de otra manera, es tan solo un conjunto de normas, reglas y lineamientos que un grupo de personas adopta, pero sobre todo cumple.
Si un mexicano fuera “culturalmente corrupto” (porque así se le “educó y enseñó”) ¿por qué tan pronto cruzamos la frontera nos ponemos el cinto de seguridad al abordar un vehículo, hacemos alto total en una intersección, aunque sea un camino de poco tráfico, respetamos los límites de velocidad y tiramos la basura en el bote?... ¿Por nuestra cultura o sistema de valores? ¡No!, lo hacemos por qué en el otro país hay un sistema de consecuencias robusto, uno que se cumple —concluí.
—Entonces, ¿los mexicanos no somos mediocres? —ahondó ella.
—En México (gobierno, organizaciones, empresas) tenemos un sistema de consecuencias y recompensas débil, de ahí dichos como “el que tiene más saliva, traga más pinole”. Dado que nuestro sistema es débil, no hemos podido ser exitosos como país. Quienes sí tienen sistemas robustos, suelen ser naciones con éxito social, político y democrático. Si a eso queremos, o no, llamarle mediocridad, depende ya de cada persona —concluí.
Epílogo.- En mi artículo de la semana pasada (¿Dónde debería estar sentado Recursos Humanos? Febrero 13, 2023) mencioné que al día de hoy vemos empresas importantes que están regresando a RR.HH. a un segundo nivel y otras que ya desistieron de llevarlo al C-Suite, y que uno de los motivos es que solo el 14 % de los CEO´s cree que los CHRO son muy efectivos para influir en las decisiones del equipo C-LEVEL. Pues bueno, un estudio publicado esta semana reveló que 1 de cada 4 empresas de las empresas de Fortune 100 no tienen al área de recursos humanos en el C-Suite (o equipo de liderazgo). Ya hablaremos de esto la siguiente semana.
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