Hubo una época, mucho antes de que los deportes se transmitieran por televisión restringida, en que yo era aficionado al futból. En aquel entonces, cuando era niño, el futból mexicano era transmitido por Televisa o Imevisión. Los sábados solía ver dos o tres partidos en la televisión, me sabía alineaciones y estadísticas.
Los lunes camino al colegio leía la sección deportiva. Ya en la escuela, en el último recreo, corría a la biblioteca a leer el Excelsior y así tener información más allá de los equipos locales.
En aquel entonces yo no entendía por qué algunos equipos eran tan mediocres. El mundo del futból, creía yo, no debiera ser muy diferente a lo que yo pensaba que era la vida real: defines un objetivo, estableces una estrategia, te preparas, te esfuerzas mucho, y por añadidura los resultados llegan.
Hoy en día el futból poco lo veo, menos lo sigo. Pero aún sigo sin comprender por qué el infalible plan que imaginaba de niño (defines un objetivo, estableces una estrategia, te preparas y te esfuerzas mucho) aún no se sigue en el futból.
En todo esto pensaba ahora que escuché algunas opiniones por la reciente descalificación del equipo mexicano en la copa mundial de futból, cuando me topé con una nota del Wall Street Journal (U.S. Soccer Believes That It Will Win—In 2026. There’s Work to Do.)
Mientras leía dicha nota reflexioné que mientras en México los comentarios por la descalificación de la selección no son muy diferentes a los que yo leía hace poco mas de treinta tantos años, en aquel país están tratando de ajustar su estrategia para su verdadero objetivo, ser campeones en 2026.
Cuando hace cuatro años EUA no clasificó al mundial de Rusia 2018, los estadounidenses llevaron a cabo una profunda reestructura de su estrategia y se pusieron como objetivo ser campeones en ocho años. Para esto debían asegurar una base de futbolistas, entrenadores y directivos que le dieran seguimiento a esta estrategia.
Tan pronto quedaron eliminados al perder contra Holanda en Qatar, se pusieron a revisar las fallas de su estrategia para hacer los ajustes pertinentes lo antes posible. Para ellos, dice la nota, igualar los resultados de 2010 y 2014 ya no es suficiente.
¿Están apenas pensando lo que van a hacer? No, ya tienen perfectamente claro que sigue. ¿Tendrán interminables juntas para identificar los errores? No, ya los tienen identificados. ¿Tirarán todo por la borda para iniciar un nuevo proyecto? Por supuesto que no, esas son ocurrencias, ellos entienden que el proceso es sencillo: defines un objetivo, estableces una estrategia, te preparas, te esfuerzas mucho y consigues tu meta. Si en el camino fallas ajustas lo necesario y re-enfocas la mira.
A veces solemos llamarlo definición de objetivos, estrategia, gestión de talento y planes de sucesión.
Y en la selección mexicana, ¿qué están haciendo? Proponiendo las mismas soluciones de hace treinta años.
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