🟢 Publicado originalmente en en la revista PLAYERS of Life Monterrey
Fue hace un año la última vez que viniste acá, desde que eras niño sueles venir durante diciembre. Antes venías con tus papás y ahora vienes con tu pareja y con tus hijos. Para ti es una muy bonita costumbre que ahora quieres compartirles. Días en los que puedes arremolinarte en el sofá y disfrutar los preparativos para la navidad.
Hoy te despertaste poco antes del alba y decidiste salir a caminar un rato. Cuando apenas están despuntando las primeras luces del sol llegas al parque que está a pocas cuadras de la misma casa a la que vienes siempre en estas épocas del año. El parque luce diferente, un poco descuidado. Piensas que quizá son las sombras del amanecer las que te están haciendo pasar una mala jugada, pero conforme va aclarando el amanecer tus sospechas se ven confirmadas: el parque está muy descuidado.
Una mezcla de confusión y abatimiento te inunda. Recuerdas que Hace un año, la última vez que estuviste aquí e incluso viniste con tus hijos el parque lucía diferente, lucía como nuevo con sus andadores, bebederos, canchas de basquetbol, arborización, jardineras, bancas y área de juegos infantiles relucientes.
Hoy, mientras recuerdas con desánimo aquel día, haces un recuento de lo que alcanzas a ver: los árboles están secos o quebradizos, la maleza cubre las bancas y los juegos infantiles; gran parte del alumbrado está fundido e incluso ves grafitti en los andadores. El parque es un solar desolado, lleno de hierba y con polvaredas cada que sopla el viento. Este espacio, concluyes mientras te retiras triste, tiene el Síndrome del Parque Remodelado. Este parque, que podría estar en cualquier ciudad de cualquier país, tiene un nombre por demás curioso. Se llama el Parque de los propósitos de año nuevo.
El parque ha cambiado con el transcurso de los años. Cuando eras niño las principales obras de remodelación que veías se llamaban “mejores calificaciones” u “obedecer a mis papás”. Conforme fuiste creciendo el tipo de trabajos que se hacían en el parque eran cada vez más complejos, “comprar mi primer carro”, “terminar la carrera” o simplemente “casarme”. Hoy, lo que ves en el parque de los propósitos de año nuevo tiene nombres tan extraños y fantásticos que el niño que fuiste se abochornaría de tan solo escucharlos: “hacer dieta para comenzar la operación bikini con éxito”; “dejar de fumar y beber”, “hacer deporte” o “pasar más tiempo con la familia”.
¿Sabías que un tercio de las personas que hacen propósitos y resoluciones de año nuevo, no las respetan y solo el 8% de las personas cumplen sus propósitos al finalizar el año? Esto sucede porque el tipo de metas que definimos no son claras ni entendibles, y terminan sufriendo del síndrome del parque remodelado. Una manera sencilla de estructurar nuestros objetivos de año nuevo (o de los lunes, el año nuevo de cada semana … guiño, guiño) es de la siguiente forma:
- Utiliza la metodología SMART para establecer tus metas (acrónimo en inglés de específico, medible, alcanzable, relevante y temporal)
- Define solamente uno o dos objetivos.
- Los objetivos deben ser mini-resoluciones de uno a tres meses de vigencia.
- Al cumplirlos, establece nuevas metas.
Veamos un ejemplo, ¿quieres empezar a correr? Sé específico (quiero correr 10 kilómetros); utiliza un indicador medible (quiero correrlos en menos de una hora); cerciorarte que es alcanzable (tengo buena salud y mi médico me sugirió hacer ejercicio); define su relevancia (mejorar mi salud y tener mejor condición física); y establece su temporalidad (lo quiero correr dentro de tres meses, es decir, en marzo). Así, la siguiente ocasión en que visites el parque de los propósitos de año nuevo, te encontrarás un lugar boyante, cuidado y lleno de vida.
Epílogo.- Ya sea un primero de enero o un lunes, siempre es buen momento de desear cosas y definir metas en cualquiera de las esferas de nuestra vida (familiar, personal, profesional). No permitas que nadie te diga lo contrario.
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