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El mercado laboral, ¿está en guerra?

Siempre se ha dicho que en la guerra y en el amor todo se vale. No estoy seguro. En 1932, unos años antes de la Segunda Guerra Mundial, Albert Einstein preguntó, vía correspondencia, a Sigmund Freud si existía algún medio de librar a los hombres de la amenaza de la guerra y de canalizar la agresividad del ser humano y armarlo mejor psíquicamente contra sus instintos de odio y de destrucción. 

En su respuesta a Einstein (UNESCO, 1993), Freud menciona que los conflictos de intereses que surgen entre los hombres se resuelven pues, en principio, por la violencia. Así sucede en todo el reino animal, del que no podría excluirse al hombre. Por tanto, continúa el padre del psicoanálisis, una de las partes en conflicto se verá forzada, por los daños que se le infligen y por la destrucción de sus fuerzas, a renunciar a sus reivindicaciones o a su oposición. La ventaja de este procedimiento, es decir, el uso de la violencia, concluye Freud, consigue que el adversario no pueda reiniciar la lucha y que la suerte que ha corrido tendrá en los demás un efecto disuasivo.

El mercado laboral, empleados y empleadores, ¿está en guerra? Quizá no una guerra en el sentido de que se esté llevando a cabo una lucha armada entre ambos bandos, pero en sentido figurado o connotativo, ¿existe una guerra?

En 1997, Steven Hankin de McKinsey acuñó la frase “la guerra por el talento”. En 2014, Josh Bersin, fundador de Bersin by Deloitte, declaró: “La guerra por el talento ha terminado. Ganó el talento” (Gallagher, T., 2020). En aquel entonces, Bersin sustentó su dicho en el hecho que el mercado de contratación estaba dirigido por los candidatos. Casi una década después esto resuena más que nunca: el mercado laboral actual es escaso y los empleados calificados tienen el poder de determinar dónde trabajan.

Los resultados de esta guerra han sido variopintos y decepcionantes para ambas partes. Tan solo en los Estados Unidos existen hoy en día 11.2 millones de vacantes laborales (US Bureau of Labor Statistics, agosto 2022) mientras que en México, de acuerdo a un análisis realizado por Manpowergroup, los empleadores afirman tener la más alta escasez de talento de los últimos 16 años (Pressreader, septiembre 2022). Esta aparente “derrota” de los empleadores en la guerra laboral debería reflejarse en mayores niveles de felicidad de los empleados en sus trabajos, pero esto tampoco se está dando, ya que de acuerdo a Gallup 60% de los empleados están emocionalmente desapegados y 19% se sienten miserables (State of the Global Workplace: 2022 Report).

Esta supuesta guerra laboral que terminó desde 2014 nos está llevando a que el mercado del trabajo se siga deteriorando de forma acelerada y que las decisiones de unos y otros (empleados y empleadores) sean cada vez más polarizadas, exista menos consensos y por ende se erosione la armonía. Y así, lo que empezó como la Gran Renuncia (un término acuñado en mayo de 2021 que describe el número récord de personas que han dejado sus trabajos de forma voluntaria desde el comienzo de la pandemia), rápidamente se convirtió en la Renuncia Silenciosa, es decir, el arte de no tomarse el trabajo demasiado en serio (o solamente hacer lo que estrictamente requiere la descripción de su trabajo).

Ante esto, ¿cuál ha sido la respuesta de muchos empleadores? Combatir las renuncias silenciosas, burnout, desapego emocional, y en general todo aquellos que afecte el desempeño de los empleados, con software espía. De acuerdo al The Wall Street Journal (septiembre, 2022) en la batalla contra los obstáculos a la productividad en el lugar de trabajo, algunas compañías de EUA están recurriendo a herramientas que monitorean de forma constante todo lo que hacen los trabajadores en sus dispositivos para observar y analizar el desempeño de estos. 

Si hoy lo que buscamos es la construcción de un mundo mejor para todas las personas donde podamos florecer de forma segura; y hablamos de la importancia de crear empresas basadas en el amor y en el afecto, donde se trate a todos los implicados (empleados, clientes, proveedores, comunidades) de una forma humana (con todo lo que esta palabra implica), ¿empleados y empleadores estamos haciendo lo correcto y lo suficiente para lograr esto?, casi estoy seguro que no. Si “la unión hace la fuerza”, hoy vamos por el camino equivocado.

Epílogo.- Radiografía de la Generación Z. La Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey y Grupo Reforma llevaron a cabo una encuesta (septiembre, 2022) a personas que nacieron entre 1997 y el 2003 para entender mejor la forma de ser, actuar y pensar de esta generación. En temas concernientes al ámbito laboral los encuestados coincidieron que un hombre y una mujer con la misma preparación y capacidades deben ganar lo mismo (94%), y, entre sus principales preocupaciones están sus finanzas personales (88%), no lograr sus objetivos personales (81%), retirarse dignamente (73%), y, un posible desempleo (65%).

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