En la canción “Peces de Ciudad” el cantautor español Joaquin Sabina recita que “en Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Comala es la ciudad fantasmagórica creada por Juan Rulfo en la novela Pedro Páramo.
– ¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
– Comala, señor.
– ¿Está seguro de que ya es Comala?
– Seguro, señor.
– ¿Y por qué se ve esto tan triste?
– Son los tiempos…
¿Por qué una persona regresaría al lugar donde ha sido feliz? Ese lugar donde fuimos felices muchas veces ya no se parece al que tenemos guardado en nuestra mente. ¿Y si esa ciudad, ese reino, se llama Disneylandia? Apenas el domingo pasado The Walt Disney Company, Disney, anunció la sorpresiva salida de su hasta entonces CEO Bob Chapek para reemplazarlo con su predecesor Bob Iger. Los motivos de la salida son aún confusos.
El señor Chapek renovó su contrato en julio de este año después de que el consejo de administración de la compañía votara por unanimidad para extender el contrato por otros tres años, y en agosto la compañía reportó ganancias trimestrales estelares, incluido un aumento del 50 por ciento en las ganancias, superando a Netflix por primera vez en suscripciones de transmisión.
Veamos la cronología de hechos (NYT, Noviembre 21 2022):
- ¿Qué salió mal? Al parecer una explosiva y desastrosa mezcla de resultados negativos en el último trimestre y una mala gestión ante tales resultados. En vez de asumir su responsabilidad (accountability) y tomar timón de la nave, Chapek divagó, minimizó, y trató de tergiversar la realidad.
- ¿La fórmula? Malos resultados más un mal liderazgo.
- ¿El resultado? Varios miembros del C-Suite (reportes directos de Chapek) amenazaron con renunciar ante el comportamiento poco ortodoxo de su CEO por lo que el Consejo de Disney resolvió el despido de Chapek y la sorpresiva reincorporación de su predecesor, Robert A. Iger, como director ejecutivo hasta diciembre de 2024.
¿Qué aprendizajes podemos rescatar de la caída del rey de este reino llamado Disney?
- Los resultados económicos siempre llevan mano.
- Los empleados pueden alzar la voz y son escuchados sin temor a represalias.
- La empresa antepuso sus valores corporativos y código de conducta antes que tratar de justificar el comportamiento errático de Chapek.
- La empresa (al parecer) no tenía un plan de sucesión y tuvo que echar mano de un ex-empleado.
Una pregunta que queda para el tintero, y que ya tendremos oportunidad de abordar en este espacio, es, ¿qué motivó al señor Robert Iger a retomar la posición de CEO?, ¿En realidad no había plan de sucesión? Iger, en entrevistas recientes, había sido enfático en que no regresaría a la compañía. ¿Es solo ego y dinero?
– ¿Y por qué se ve esto tan triste? –preguntó el nuevo CEO al llegar al reino.
– Son los tiempos…
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