Aprendí a manejar, en 1992, en una VW Combi alemana modelo 1970. Mi combi tenía "una palanca de cambios que brotaba del suelo como un árbol joven y resistente, un volante de conductor de autobús grande y plano del tamaño de la mitad de un hula hula y limpiaparabrisas que se agitaban de un lado a otro, alegres y ansiosos, como un cachorro, sin limpiar nada"
Ahora sale una versión eléctrica, la Combi ID Buzz. Pero a diferencia de aquella, como en lo que yo aprendí a manejar, que tenía "una cara sonriente y chiflada; los ojos, dos faros perfectamente redondos como ojos saltones; y la sonrisa de su parachoques suavemente curvado" la nueva Combi, la Buzz, "también tiene rostro, pero sus ojos, duros y angulosos, parecen enojados, como si estuviera debajo de una ceja fruncida, y su sonrisa es una mueca".
Técnicamente, "el Buzz es el comienzo de una línea completamente nueva, pero sentimentalmente es la octava generación de un automóvil muy antiguo...Una vez, provocó sueños de comunidad y contracultura. ¿Qué se gana y se pierde cuando se electrifica el poder de las flores?"
Te comparto este artículo de Jill Lepore, profesora de historia en la Universidad de Harvard, para The New Yorker.
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