Estamos ya por terminar el semestre académico y la carga de trabajo, tanto para alumnos como maestros, se eleva considerablemente. Empieza el momento de cerrar tareas, evidencias (lo que en nuestras épocas era "el trabajo final") y reto (una cosa fenomenal que consiste en que los estudiantes, desde que están en primer semestre, tengan contacto con empresas a través de dar asesorías sobre problemas reales).
Bueno, el hecho es que este lunes preparé la agenda de las ultimas dos semanas de actividades de una materias en la que soy coordinador de reto (las asesorías) y la envíe a la clase. A los pocos minutos uno de mis alumnos, escribe a través del grupo de WhatsApp y comenta respecto a una actividad cuya fecha de entrega vencía ese mismo día:
—Profesor, podemos entregar el trabajo mañana —preguntó.
—No, la fecha la tenemos establecida desde la semana pasada —le respondí
—Bueno, ¿Puede ser algo más tarde? —insistió
—Definitivamente, no— repetí
La "negociación", por parte del alumno, continuó con argumentos como "pero por cualquier problema", "por lo que pueda surgir" y cosas similares.
Después de leerlo con diversión, él es un estudiante especialmente avezado, inteligente y sobre todo perspicaz, le comenté —¿Seguro que no quieres estudiar para abogado o negociador en vez de negocios?—
Su respuesta fue épica, rayando en lo heroico, —Yo no quiero estudiar profe 😔 —finalizó
El chat estalló en risas y vítores. La mía, desde la oficina, fue similar. Lo único que me quedó por responderle fue: —Solamente por esa puntada pondré la hora de entrega mañana a las 9:30—
Hasta para entregar las tareas hay que saber negociar con humor y ligereza.
Comentarios
Publicar un comentario