El arribo de las "grandes tecnologías" produce en el ser-humano, en automático, cierto rechazo o aversión. El miedo a lo desconocido, a lo diferente a sentirme abrumado y a la vez vulnerable ante cosas que no conozco, que no domino, con las que no estoy familiarizado.
Las “grandes tecnologías de su época” generalmente han sido recibidas, en su momento, con escepticismo y hasta recelo. Durante la primer mitad del siglo XIX el académico y filósofo Dionysus Lardner aseguró que la gente no podría viajar en ferrocarril «porque los pasajeros, incapaces de respirar, morirían de asfixia». Poco tiempo después, en 1876, un congresista norteamericano aseguraba que los motores de combustión interna no debían ser autorizados, ya que son «de una naturaleza demasiado peligrosa para que encajen en ninguno de nuestros conceptos habituales». Qué decir del desdeñoso comentario con el que el suegro de Alexander Graham Bell se refirió al teléfono, «¡Bah! Solo es un juguete». Ni hablar del telégrafo, quizá antecesor de Twitter, al que la prestigiada revista inglesa The Spectator criticó diciendo «cabe pensar que la difusión constante de declaraciones en pequeños fragmentos acabará deteriorando la inteligencia de todos los que se sienten atraídos por el telégrafo».
Bueno, la noche de anoche di con el que quizá es el antecedente mas remoto de la "aversión humana a las nuevas tecnologías" la escritura. La autora Irene Vallejo, en su libro El infinito en un junco, cuenta acerca del menosprecio del filósofo Sócrates (siempre afanado en los rigores de la dialéctica y para quien los libros eran letra muerta) hacía la escritura. Comparte Vallejo el diálogo entre el dios Theuth de Egipto y Thamus, rey de Egipto:
"El rey Thamus le preguntó entonces qué utilidad tenía escribir, y Theuth le replicó: —Este conocimiento, ¡oh rey!, hará más sabios a los egipcios; es el elixir de la memoria y de la sabiduría. Entonces Thamus le dijo: —¡Oh Theuth!, por ser el padre de la escritura le atribuyes ventajas que no tiene. Es olvido lo que producirán las letras en quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de los libros, llegarán al recuerdo desde fuera. Será, por tanto, la apariencia de la sabiduría, no su verdad, lo que la escritura dará a los hombres; y, cuando haya hecho de ellos entendidos en todo sin verdadera instrucción, su compañía será difícil de soportar, porque se creerán sabios en lugar de serlo»
Así que la siguiente ocasión veas que alguien está batallando para adaptarse, recuerda que Sócrates desdeñó los libros. Lo más importante en los procesos de cambio es darnos tiempo: es imposible cambiar de inmediato. Esperar que cambiemos y nos adaptemos a algo nuevo de inmediato es injusto para nosotros mismos. Seamos compasivos y amables con nosotros y siempre recordar que… los demás también tienen el mismo derecho.
¡Por cierto!, apunta Irene Vallejo: "la gran ironía de todo este asunto es que Platón explicó el menosprecio del maestro por los libros...en un libro.
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