¿Qué significa ser rebelde y por qué estamos hablando de ello en las organizaciones? la rebeldía va asociada a los conceptos, muy cercanos entre sí, de disrupción, innovación y cambio. Uno de los rebeldes más antiguos fue Prometeo. Cuando Zeus se irritó con los hombres por el progreso humano quiso acabar con ellos y escondió el fuego, fuente del saber. Prometeo intervino y con ayuda de la diosa Atena robó fuego del Olimpo y se lo dio a los hombres. Cuando Zeus se enteró de la rebeldía de aquel, juró vengarse. Lo hizo a través de Pandora, quién abrió el mítico recipiente que contenía todos los males humanos: enfermedad, vejez, iras, guerras, locuras, vicios, muerte, y otros más. La rebeldía tuvo un costo alto.
Hoy en día no hablamos tanto de rebeldía pero sí de disrupción e innovación, aunque en estos conceptos está implícito un toque de rebeldía e inconformidad. No es tiempo de héroes, dice Arturo Pérez-Reverte (Milenio, junio 2021), y al parecer (apunte propio) tampoco de rebeldes.
Ante los disparates de la vida, escribe Pérez-Reverte, están los resignados que aceptan las barbaridades que se les presentan y no se complican la vida, y están los que se animan a ser ellos mismos y no tragar. Y es, continúa el escritor, precisamente ahí donde surge el principal problema: en los que no tragan. Hace falta mucho amor por el intelecto, mucha entereza y mucha confianza en el carácter para convertirse en disidente, ¿la paradoja de todo esto? La sociedad actual asfixia y reprime, por miedo, al actual y verdadero disidente.
Prometeo fue reprimido por el miedo que Zeus tenía del progreso humano. Los alumnos actuales en el sistema español, apunta Pérez-Reverte, asfixian y reprimen a los disidentes; ¿y en las organizaciones? La historia, al parecer, no es muy diferente. Por todas partes se buscan colaboradores innovadores y disruptivos (el significado de disrupción es “interrupción súbita de algo”, es decir, algo de caos y confusión) pero poco se tolera a quienes piensan diferente, mucho menos a quienes se equivocan, sin embargo, pasamos muchas veces por alto que los trabajadores rebeldes son la fuente de grandes ideas.
De acuerdo al psicólogo de Harvard Albert Rothenberg (BBC News, junio 2021) las personas que han hecho contribuciones innovadoras a la ciencia, la literatura y las artes miran las cosas con una mente abierta en lugar de seguir ciegamente la sabiduría establecida (cualidades de una personalidad rebelde, más que conformista) y toleran, en su afán de crecer profesional y personalmente, la posibilidad de fracasar.
Todo apunta que las organizaciones deberían promover una cultura de rebeldía constructiva, pero ¿tenemos suficientes rebeldes constructivos en nuestra empresa? Antes que contar el número de rebeldes constructivos, debemos empezar por eliminar la gran pasión de tantas personas: Las-Tareas-de-Control, las cuales limitan y desincentivan la rebeldía, y por ende, la innovación. Un estudio llevado a cabo en 14 países por Accenture (2017) mostró que los directivos invierten gran parte de su tiempo en tareas de control y coordinación para ajustar a sus equipos a un sinfín de estrictos protocolos, procedimientos y normas. Los empleados pierden más tiempo en seguir las rígidas instrucciones de su jefe, que en tareas flexibles e innovadoras.
Las organizaciones deben incentivar el pensamiento innovadora (rebeldía) de sus colaboradores sin que pierdan el foco en la función y objetivos de su posición (constructiva); solo así se fomentará una rebeldía-constructiva. Fácil no es.
Epílogo.- La innovación, según apuntamos, tiene mucho de inconformismo y rebeldía, y la rebeldía implica romper la forma de hacer las cosas, las realidades que conocemos, las jerarquías y su conocimiento. El cambio, sin rebeldía, sería imposible.
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Rogelio Segovia es Socio-Director de Think Talent y fundador de Human Leader.
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