—Lo que debes hacer Rogelio— me dijo uno de mis primeros jefes, —es magnificar las cosas. Cualquier tema o problema, por pequeño que sea, hazlo grande, preséntalo como algo muy complejo, complicado y de alto riesgo. Si puedes, déjalo que se haga un poco grande, que las cosas se compliquen, así— continuaba explicándome con orgullo —si el tema se resuelve, serás tratado como el salvador, de lo contrario, podrás decir que pese a todos tus esfuerzos desde el principio era complicado.
Cuando escuché esto por primera vez, yo tendría unos veintidós años. En aquel entonces me pareció que no era la mejor forma de trabajar, ahora estoy seguro. Aún recuerdo que parte de la conversación tenía que ver, en sus propias palabras, con “cacaraquear el huevo” y hacer notar lo relevante de nuestro trabajo.
Nassim Taleb (Antifrágil, p.161) apunta que es mucho más fácil vender “Mira lo que he hecho por ti” que “Mira lo que te ahorrado” y que este problema se se agrava con el sistema de bonificación basado en el rendimiento, incluso Taleb señala que ha buscado en la historia de la humanidad, sin éxito alguno, héroes que lo hayan sido por lo que no han hecho; por lo cual, concluye, un verdadero héroe es alguien que impide que suceda una calamidad. Hoy en día ya no los llamamos héroes, les decimos apagafuegos (claro, después de haberlo magnificado); y a ellos reservamos las loas y vítores.
Pero este tipo de héroes son muy costosos. Recordemos a John Hancock, el superhéroe con habilidades sobrehumanas: inmortal, invulnerable y con superfuerza; y que utilizaba sus poderes para rescatar a las personas…dejando tras de si una estela de daños de millones de dólares. En las organizaciones, estos personajes también existen, también son costosos, y también van dejando tras de sí múltiples daños, y no solamente materiales.
El problema con los magnifica-apagafuegos, además del conflicto ético de engrandecer las cosas para luego solucionarlas, es que suelen ser cortoplacistas, desordenados, sin capacidad para distinguir entre lo importante y lo urgente y son altamente improductivos; el verbo sobrereaccionar fue creado para ellos. Las empresas, áreas o departamentos que este tipo de personas dirigen, suelen ser entornos con alto nivel de estrés y agotamiento por el nivel de energía que requiere el operar constantemente de esa forma.
¿Cómo evitar a los magnifica-apagafuegos en la oficina? trabaja efectivamente la cultura, ética y valores de la organización, revisa las metodologías y procesos de trabajo, pero principalmente establece un adecuado sistema de reconocimiento colaborativo, que evite celebrar el ruido
Epílogo.- Y por supuesto, ¡no seas uno de ellos!
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Rogelio Segovia es fundador de Human Leader Contacto: rogelio@humanleader.mx
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