Esta preocupación es totalmente válida y justificada, la historia de muchas empresas en nuestra cultura se fundó en torno a la unidad y pertenencia, haciendo de la sociabilidad y la solidaridad (es decir, de la alta amigabilidad y el apoyo a los intereses de los miembros de la comunidad o empresa) el fundamento y espíritu de la cultura laboral de nuestra región. El riesgo, a entender de muchos, es que la cultura se fragmente, esto es, se crea un ambiente donde haya un alto respeto por las ideas y los resultados, con mayor enfoque en logros y objetivos, pero con una menor relevancia en las personas.
Lo cierto es que todo está cambiando, y no tenemos opción. Debemos reimaginar cómo estaremos trabajando los siguientes años. Desde antes el mundo laboral ya estaba cambiando, el COVID-19 solo vino a acelerar este cambio, y las preguntas que debemos hacernos son ¿cómo podemos ser parte de este cambio?; ¿qué es lo que quieren nuestros colaboradores y qué es lo que necesitan la empresas?
Una encuesta reciente de Gartner (2021) a más de cinco mil empleados trabajando de manera remota y presencial, arrojó que los índices de compromiso laboral se incrementaron hasta en 2.4 veces, los de retención 2.7 veces, y los de inclusión en 3.5 veces. Un 76% de los encuestados considera que la cultura ha mejorado. No debería sorprendernos, el trabajo remoto permitirá a las organizaciones atraer colaboradores sin importar dónde se encuentren, lo que repercutirá en talento más capacitado, mayor diversidad e inclusión y una mejor cultura. Los empleados ya se dieron cuenta de ello.
¿El reto de los líderes? aprender a gestionar (laboral, productiva y emocionalmente) empleados a distancia, ser menos prescriptivos respecto a quién está en la oficina y cuándo, recordemos que para muchos es importante el elemento social de una oficina. La buena noticia, de acuerdo al estudio antes mencionado, es que los líderes son los más convencidos de los beneficios que el trabajo híbrido ha traído a la productividad y cultura de la organización.
Quizá el problema radica en que en los últimos años sustentamos la cultura de las empresas en dos artefactos: tecnología e instalaciones; y en cierta parte dimos por hecho una parte esencial de las personas y de la cultura, “las conversaciones”. Las organizaciones son por definición redes de conversaciones, no de tecnología ni de instalaciones. A través de las conversaciones legitimamos a nuestros compañeros de trabajo, construimos la sociabilidad y solidaridad de la organización y nos definimos a nosotros mismos. El reto es imaginar la manera en que construiremos, en un mundo híbrido y sustentados en la tecnología, empresas efectivas, con grandes resultados y niveles de energía, pero sobre todo altos niveles de amistad y compromiso.
Epílogo.- ¿Realmente toda nuestra esperanza e ilusión es regresar al mundo laboral de finales del 2019? Espero que no.
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Rogelio Segovia es fundador de Human Leader Contacto: rogelio@humanleader.mx
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