Al día siguiente que Sergio Pérez, piloto de Fórmula 1 y que desde el 2018 corre para Racing Point, anunció su salida de la escudería británica, me topé con esta nota periodística: “La ingrata y fría decisión de Racing Point de cortar a Checo Pérez”
No pretendo polemizar de lo “justo” o “injusto” de la decisión desde una perspectiva de “méritos” en razón de sesgos emocionales y personales, más bien abordaré ésta decisión desde un punto de vista empresarial que incluye aspectos deportivos, económicos y de “justicia” (que palabra tan compleja ésta la de justicia).
¿Cuáles fueron las reacciones que se desprendieron de esta decisión empresarial (si, empresarial)?: “La lógica empresarial se impuso”; “En los negocios los amigos son, desafortunadamente y casi siempre, sólo para sacar provecho de ellos, eso hizo Stroll (dueño de Racing)”; “Racing Point al enterarse que Vettel estaría libre el siguiente año, comenzó a salivar como perro pavloviano”; “Sergio Pérez salvó al equipo cuando Vijay Mallya lo tenía en bancarrota como Force India. Ingratitud es la palabra entre simples mortales, entre la gente de la F1 es lógica”.
Me queda claro que la exposición mediática que tiene un equipo deportivo es diametralmente diferente a la de una empresa de otro ramo, pero a final de cuentas ambas son “empresas” , es decir sociedades mercantiles fundadas para llevar a cabo negocios a cambio de un beneficio económico para su dueño, o dicho en palabras de uno de los fundadores de la Escuela de Economía de Chicago y Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, el objetivo de la empresa no es otro que “incrementar los beneficios siempre y cuando se mantenga dentro de las reglas del juego, esto es, se atenga a las reglas de la libre competencia sin recurrir a engaños o prácticas fraudulentas”. ¿Qué es lo que está haciendo el canadiense Lawrence Stroll, dueño del equipo de Fórmula 1 Racing Point y una de las 1000 personas más ricas del 2018, según Forbes? Tratar de incrementar los beneficios de sus inversiones.
Una decisión deportiva, económica y de justicia.
Dado lo ambiguo y complejo (en apariencia) de la palabra justicia, empecemos por esta última. La decisión de Raicing Point ¿fue justa o injusta? En principio de cuentas, hablar de justicia es hablar, en palabras del jurista Ulpiano, de la perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho. Partiendo del hecho que existe un contrato entre la escudería Racing Point y Pérez, el mismo ha de establecer las formas de terminar dicho documento y las indemnizaciones que en su caso han de hacerse. ¿Ambas partes se apegaron al contrato? Entonces la decisión es justa.
¿Abordar la decisión desde una perspectiva económica o deportiva?, pues deportivamente depende de quien sea el reemplazo; si como se asegura el nuevo piloto es el alemán Sebastián Vettel, tampoco es un tema que al menos por el palmarés de ambos tenga mucha controversia. ¿Y económicamente? Pues supongo que ese es el quid de la cuestión, y dado que Vettel tiene mayores triunfos en Formula 1, es de esperar que sea más redituable económicamente.
¿Una historia de traiciones? No lo sé. Decir que Lance Stroll continúa en el gran circo gracias al dinero de su padre más que por su calidad o éxitos deportivos es irrelevante, nuevamente es una decisión empresarial y familiar (tan solo revisemos cuantas empresas públicas son dirigidas por algún miembro de la familia de control accionario). Checo Pérez, como empleado de la escudería, puso al servicio de ésta sus capacidades y competencias laborales en el manejo de un vehículo automotor, entregó resultados de acuerdo con sus habilidades personales y con las herramientas de las que disponía. Raicing Point, du empleador (al menos con los datos públicos de los que dispongo) pagó la nómina de su empleado y ejecutó su opción de rescisión laboral.
Se cumplió el objeto de la relación laboral entre ambas partes. Quien quiera justicia, que vaya a los libros de caballería o invierta en su propia empresa, no es romanticismo, son negocios.
Epílogo.- ¡Ojo!, en la lectura de este artículo, es importante no confundir “decisión empresarial” con “decisión racional”, los humanos no tomamos decisiones racionales, somos naturalmente entes de racionalidad limitada. El concepto de racionalidad limitada fue propuesto por vez primera en 1947 por el economista y politólogo Herbert Simon (Premio Nobel de Economía) quien postula que las personas (todas) tomamos decisiones de forma parcialmente irracional a causa de nuestras limitaciones cognitivas, de información y de tiempo.
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Rogelio Segovia es fundador de Human Leader Contacto: rogelio@humanleader.mx
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