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La oficina abierta ha muerto


“Sí, la mayoría de las personas trabaja para ganar dinero, pero también trabajamos porque disfrutamos unirnos para crear ideas y resolver problemas. Creo que eso es lo que nos hemos estado perdiendo estas últimas semanas. Ese sentido de conexión es fundamental para la raza humana”


   Amanda Stanaway

 

En un mundo empresarial donde debido a la escasez de talento y a la guerra por este, la cultura organizacional se centró en la satisfacción, necesidades y deseos de los colaboradores. Ahora nos enfrentamos a una desolada realidad: un mundo laboral Post-COVID con empleados trabajando desde sus casas y oficinas semivacías donde lo importante ya no es la diversión, es la seguridad.

 

Uno de los pilares en los que se ha centrado gran parte de la cultura organizacional de las empresas son los espacios físicos (artefacto, como elemento visible de la cultura). Se ha buscado que las áreas de trabajo ayuden al colaborador a sentirse más creativo, comprometido y conectado con la compañía; y que estos espacios actúen como símbolo que represente a la organización y a la decisión de sus empleados de laborar ahí (Morgan, 2017, P.59).

 

Jacob Morgan (2017) vaticinó que la idea tradicional de una oficina, con sus cubículos perfectamente alineados de paredes grises y colaboradores aislados de su entorno, moriría para dar paso a espacios colaborativos que ofrecerían flexibilidad, comodidad y apertura, permitiendo a los colaboradores un gran nivel de conexión entre ellos. En resumen, Morgan apuntó que los espacios físicos de las empresas serían el reflejo de los valores de estas.

 

Los cubículos desaparecieron, las oficinas cerradas se convirtieron en una extraña especie en extinción, el espacio físico por empleado pasó de 16 m2 a 7 m2 (El Norte, Mayo 2020) y las áreas comunes de entretenimiento se volvieron un must. Hoy estan regresando las mamparas y los cubículos (¡Si!, el odiado y ridículo cubículo esta de regreso), se estan instalando paneles de plástico como separadores de espacio, las áreas comunes están clausuradas o deshabilitadas y se promueve que las personas trabajen en aislamiento. Las reuniones de trabajo, aún y para quienes se encuentren en la misma ubicación, serán preferentemente utilizando herramientas de videoconferencia.

 

Steelcase, compañía para muebles de oficinas fundada en 1912, asegura que la pandemia global del COVID-19 cambiará el espacio de trabajo y los paradigmas de planificación impulsados por la densidad y los costos para siempre; así mismo la compañía predice que los nuevos espacios laborales tendrán elementos como vidrio o pantallas más altas y se introducirán nuevos tejidos que se puedan limpiar con lejía (Mayo, 2020).

 

¿Qué sigue? Todo parece indicar que el concepto de oficina abierta ha muerto, y más allá del rediseño de espacios de trabajo que será una mezcla de factores científico- arquitectónicos, hay que replantearse los supuestos en base a los cuales se fue construyendo en muchas partes, la cultura de una organización.

 

Si el concepto que hemos venido mencionando de espacios físicos abiertos y colaborativos fue el pilar de la experiencia del empleado (employee experience) y de la cultura de numerosas organizaciones, llegó el momento de replantearse los supuestos de todo esto. Si lo que ahora hará que los empleados se sientan mas seguros y comprometidos serán las barreras físicas y la separación entre colegas, ¿cómo adaptar / re-construir una cultura a partir de ahí? Es fácil. Bueno, no es precisamente fácil, pero el punto de partida si lo es. Se trata de las personas, no de los espacios físicos; se trata de ser una organización con una escucha genuina, no con áreas de futbolito, cerveza y billar; se trata de lo que somos, sentimos y esperamos llegar a ser, no de oficinas coloridas y divertidas.

 

Epílogo.- Para Edgar Schein los elementos de la cultura son tres: artefactos, valores declarados y supuestos básicos. Entre los artefactos (elementos observables de la cultura) las instalaciones y mobiliario son solamente «una» parte, no son «la» parte. En algún momento nos distrajimos (quizá por una necesidad de densidad y costos que se disfrazó de cultura) e igualamos los espacios físicos a los sentimientos, valores y creencias de los colaboradores.

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Contáctame: rogelio@humanleader.mx

Comentarios

  1. Un post muy interesante. Durante la pandemia, el reparto de la oficina, las sillas y las mesas cambio drásticamente para conseguir pequeños espacios seguros y con poca gente, desapareciendo las grandes zonas de multitudes. Hoy en día, la nueva normalidad permite una estructuración antigua de las oficinas, aunque muchas tiene algún que otro deje.

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