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#BitácoraPersonal: La prueba del malvavisco.



La prueba del malvavisco de Mischel Walter, que analiza la capacidad de los niños de resistir la promesa de una recompensa inmediata en pos de obtener una más grande un poco después, la conocí mucho antes de que nacieran mis hijas. Siempre me pregunté como hubiese reaccionado yo a la tentación de tener un par de malvaviscos frente a mi y no comerlos en espera de una recompensa futura, probablemente me los hubiese comido.
Cuando mis hijas nacieron me acordé de la prueba del malvavisco y memoricé en mi lista de cosas sin importancia por hacer, lo cierto es lo olvidé. Sin embargo, hará cosa de dos años, mis hijas (de 6 y 11 años en aquel entonces) empezaron con la cantaleta de que querían que las llevará de viaje a Los Ángeles. En un momento dado y ya con tal de zanjar el tema y acordándome de aquella prueba les dije que cuando el cabello les llegara a la cintura, las llevaría. Este octubre pasado Sofia de ahora 8 años me dijo mientras se daba media vuelta y soltaba su cabello; —Papá, ya me llegó el cabello a la cintura, ¿Cuándo me llevas a Los Angeles?—

En estos momentos, acabamos de hacer el check-in y vamos, con pase abordar en mano, rumbo a nuestra puerta de embarque.

Epílogo.- Quién asevere que de niño si hubiese podido esperar la recompensa posterior le recomiendo leer al Nobel de economía 2017 Richard Thaler, quien asegura que "somos ingenuos acerca de nuestro nivel de sofisticación ya que a final de cuentas, seguimos siendo humanos”. 

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