—Es de noche y no hay estrellas— dije en voz alta recostado en una banca de piedra aun tibia por haber estado expuesta al sol todo el día.
—¿Por qué crees que sea así?— dijo una voz a mis espaldas que me sorprendió en lo que creí era un pequeño momento de soledad
—No lo sé— dije confundido e incorporándome; —Quizá solo sea una noche sin estrellas— dije tratando de ser amable con la persona que interrumpía mis pensamientos.
—Toma— dijo extendiendo un pequeño dispositivo sin parecer importarle mi turbación ante su inoportuna presencia.
—¿Y esto?— pregunté con cierto recelo estudiando el pequeño aparato que tenía entre mis manos, parecía una pequeña pistola de pintura para hacer algún tipo de manualidades.
—Tómalo con ambas manos, apunta al cielo y dispara— explicó con extraña amabilidad.
Confundido, obedecí de forma un tanto maquinal. Apunté al cielo, sin objetivo alguno y disparé; un pequeño proyectil de materia elástica similar a un pedazo de caucho natural de color blancuzco salió disparado sin rumbo cierto para estallar en el obscuro negro; momentos después y para mi sorpresa, una reluciente estrella brillaba en el infinito. Embriagado y a la vez extasiado, empecé a disparar de forma sucesiva.
—Recuerda que para alguien, en algún lugar el mundo, cada estrella representa un sueño y una ilusión— apuntó animado el extraño a mis espaldas.
Continúe disparando, como un niño que furtivamente lanza pintura en un gran lienzo sin que el gran artista repare en aquella infantil creación.
—¡Esto es fantástico!— exclamé bajando aquella pequeña pistola una vez que un gran cielo estrellado iluminaba la noche, volviéndome con dirección a mi interlocutor. Pero de la misma forma en que había llegado, había desaparecido. Desconfiado en que la pistola ya no funcionara, disparé una vez más, y otra, y otra; saliendo disparada una nueva estrella en cada nuevo intento.
No volví a ver nunca más a aquel hombre, pero aún conservo aquella pistola a la que acudo cada vez que la noche es obscura y sin estrellas, porque finalmente en algún lugar el mundo, cada estrella representa un sueño y una ilusión.
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Ray Bradbury (1920- 2012) apuntaba que "no es posible escribir 52 malas historias seguidas" por lo cual cada uno debemos —y podemos— escribir una historia corta por semana. ¡Sin reglas, sin limites!
#Semana7
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