—Julieta, ¿que estas haciendo?
—Nada, papá— contestó Julieta con demasiada premura para ser cierto.
—Sabes que no me gusta que entres a mi biblioteca— dijo él con un tono
cariñoso mientras cruzaba el umbral de la pequeña recamara de la casa que había
habilitado hace algunos años como estudio.
—Perdón papá, es que…— trató de disculparse, ella rehuyendo la cálida
mirada de su padre al tiempo que preguntaba dirigiendo la mirada hacía las deterioradas
tiras de duela de encino de la habitación. —Es que…— exploró dubitativa el
animo de su padre; —quería preguntarte algo—
—¿Qué es mi pequeña? — preguntó de pie bajo el vano de la puerta, para dirigirse de inmediato al centro de la habitación donde estaba su hija, acariciandole cariñosamente la mejilla a Julieta, que aún
miraba hacia el piso, siguiendo inconscientemente las grietas sin fin de la madera. Un gesto
que le recordaba la infancia de su amada Julieta, en aquellas ocasiones que la pillaba haciendo alguna
travesura, y ella escondiendo su culpabilidad en la única forma que sabia; diciendo de forma atropellada <nada,
papá>
—Es que…— balbuceó; —¿Qué pasó en 2018—
—Encontraste mi
diario— dijo el padre de Julieta, mas con tono de melancolía que de enfado.
—Si… es que… ¿qué
significa hastío papá? —
—Mmmhh... en el
contexto que tu leíste la palabra hastío, mi pequeña, era mi manera de englobar
la tristeza, el cansancio, resignación que inundaba al país cuando yo era un poco
más joven que lo que tu eres ahora pequeña— dijo, luciendo repentinamente un poco mas
viejo ante los ojos de Julieta
—¿Es cierto todo
lo que dices ahí?; ¿es decir, así era el País en aquél entonces? — preguntó
como quien espera una respuesta diferente a lo que sabe que va a escuchar.
—Si querida, todo
es cierto— dijo él ausente, recordando un tiempo que nunca regresó, una
juventud que ahora lucia muy lejana, casi ficticia, envuelta en la niebla del
mito, de la irrealidad.
—Pero… ¿la gente podía
sentir libremente hastío, hartazgo, decir que estaba atiborrada?; suena absurdo
papá, irreal— dijo Julieta incrédula y recelosa.
—Ven Julieta, será
mejor que me regreses ese diario y olvidemos esta charla, puede ser peligroso
para ambos—
—Si papá, se a lo que te refieres— dijo Julieta, abatida,
confundida, y luciendo un poco mas grande y los ojos de su padre
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