"Si no queda nadie que te recuerde en el mundo de los vivos, desapareces de este mundo"
Héctor en la Película Coco (Walt Disney Pictures)
Hoy leía una carta abierta publicada en primera plana por A.G. Sulzberger, nuevo editor de The New York Times. El habla acerca de los retos que Adolph Ochs, su tatarabuelo (great-great-grandfather) tuvo que enfrentar cuando en 1896 migró de su pequeño pueblo, Chattanooga, rumbo a Nueva York y adquirió el pequeño y decadente periódico NYT. El Sr. Sulzberger menciona los desafíos que el Sr. Ochs enfrentó: una fuerte "agitación tecnológica, económica y social que estaba erosionando las tradiciones del país" los mismos retos, según menciona, que él enfrenta ahora.
La semana pasada, durante los días de receso navideño, estuve en la ciudad de Guanajuato. Es una ciudad que especialmente aprecio. Es sencilla, económica y poco pretenciosa, pero poderosa en historia, su gente, su arquitectura y sus leyendas, quizá uno de los mejores destinos turísticos que México tiene.
Lo bueno de las ciudades pequeñas como Guanajuato, es que las puedes recorrer relativamente en poco tiempo a pie. Trotando, las conoces y reconoces en mucho menos tiempo. Estos días de descanso fue lo que hice en esta ciudad, trotar, trotar y trotar.
Levantarse sin despertador ni prisas, preparar café y echar un rápido vistazo a la edición digital de periódico; esperar a que lo primeros rayos del amanecer rompan la bruma de la madrugada; enfundarse los tenis, y buscar una ruta distinta cada mañana.
Diez kilómetros diarios, fuera de programa de entrenamiento, era la meta; y la cumplí. Recorrí el centro de la ciudad por los rumbos del Teatro Juarez y el Jardín de la Unión; me aventuré a la panorámica y sus perros-perseguidores-de-corredores; franquee la Universidad estatal y la Alhóndiga de Granaditas para finalmente, el ultimo día de mi estancia, adentrarme al museo de las momias y al panteón de Guanuajuato —Si; el mismo en el que el Santo, Blue Demon, y Mil Mascaras se enfrentaron a la momia Satán, un luchador del pasado que fuera vencido por un ancestro del Santo—
Hoy, mientras leía la carta del Sr. Sulzberger pensé en dos de mis antepasados; el señor Antonio Dueñas y la señora Adela Noriega; el primero fallecido el 02 de abril de 1898 y la segunda el 31 de agosto de 1908. ambos enterrados en el Panteón de Guanajuato.
Son solo dos años de diferencia de cuando el Sr. Ochs adquirió el NYT y el Sr. Dueñas falleció. Ambos eventos en la misma década. Los 1860´s se caracterizaron por numerosos eventos políticos, culturales, militares y religiosos en diversas partes del mundo. Estados Unidos de América libró su guerra civil entre 1861 y 1865 bajo la presidencia de Abraham Lincoln y en México se instituyó en 1864, a partir de la segunda intervención francesa, el Segundo Imperio Mexicano gobernado por Maximiliano de Habsburgo como emperador del País. No deja de ser paradójico y curioso que el Sr. Sulzberger considere que los mismo retos que enfrento su tatarabuelo son los mismos que él enfrenta.
No deja de ser coincidente para mi (solo eso, coincidentes) ambas fechas.
De mi parte, no tengo mayor referencias del Sr. Dueñas y la Sra. Noriega. Eran los padres de mi tatarabuela (a quien tampoco conocí), pero el hecho que 120 años después un descendiente de ellos los recuerde y visite su nicho, es significativo. Que ese descendiente escriba acerca de ellos por un artículo de un periódico extranjero, es aun mas significativo.
Quizá solo se trate de eso, de la nostalgia de estas fechas y del recuerdo de mi abuelo —Jesus González— quién me contó de ellos y de los nichos. O quizá solo se trata del fin de las celebraciones del solsticio de invierno, de las gélidas temperaturas de los ultimas días; o simplemente de la coincidencia de fechas de una carta abiertaa publicada en un periódico.
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