“El chisme es mal consejero, La gente dice una cosa, otro le agrega otra y se va formando el chisme, y ahí va el chisme, y el chisme. Pero el chisme no me extraña, se ha usado toda la vida, lo que si no paso, es que tú lo hayas creído”
Eulalio González “El Piporro”
La comunicación informal en nuestra sociedad es un tema social y cultural que no es ajeno a las organizaciones laborales, y de acuerdo a su tipología pude clasificarse como información informal ofensiva o inofensiva con los evidentes efectos en el lugar de trabajo. El chisme, radio pasillo, murmuración o rumor se define como un “diálogo informal y evaluativo dentro de una organización, acerca de otro miembro de la organización, que no está presente en ese momento” (Kurland y Pelled, 2000).
El chisme es un tema intrínseco de las relaciones humanas que se convierte, de forma voluntaria o involuntaria, en parte de la cultura laboral de las organizaciones, volviendo a éstas improductivas y con un pobre compromiso de los colaboradores. El desafío al que nos enfrentamos es lograr una cultura libre de chismes ofensivos o maliciosos y generar un ambiente que desincentive este método de comunicación informal. El chisme es vulgar y nocivo, y puede terminar con todo aquello que con tanto esfuerzo hemos conseguido.
Fomentar la comunicación informal vuelve a quien lo hace en un chismoso; y con los chismosos no podemos trabajar en equipo ni confiar en ellos. La comunicación informal debe ser tratada y clasificada como “el terrorismo de los chismes”, ya que “quien chismea es un terrorista dentro de la propia comunidad, porque lanza como una bomba una palabra en la comunidad. Quien hace esto destruye como una bomba” (Bergoglio 2016).
En nuestras organizaciones laborales debemos implementar políticas y prácticas de control constante, para desincentivar el chisme en cualquiera de sus formas. Estas prácticas deben ser formales y emanar, como cualquier cambio institucional y cultural, de la alta dirección de la empresa, estableciendo una política de puertas abiertas; una comunicación interna robusta; y, una congruencia de los valores de la organización y su modelo de toma de decisiones basadas en dichos valores.
Los problemas y las quejas son naturales y deben ser bien recibidas, por eso debemos fomentar una política de puertas abiertas en todos los niveles de organización con el fin de reforzar la confianza entre el líder y el colaborador, incentivando entre todos que la comunicación informal se encauce a través de los canales formales de emisión y recepción de noticias, mejoras, sugerencias o quejas.
Las organizaciones son esencialmente imperfectas y erradicar el chisme en estas puede no ser un objetivo realista; sin embargo si podemos llegar a eliminar la comunicación ofensiva y dañina y fomentar una cultura de confianza colaborativa, y al final “si tienes algo contra una persona, se lo dices a la persona que puede resolver el problema, y a ningún otro ¿De acuerdo?” (Bergoglio 2016).
Epílogo.- Todos hemos pecado de ser chismosos.
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