El texto que adjunto mas adelante, lo escribí en junio de 2012 para la revista interna de @chrstsmuguerza. Ayer la historia vino a mi mente.
Lo recordé ya que tuve el privilegio de ser invitado como miembro del consejo de Casa Cuna Conchita, asociación que acoge a niños recién nacidos en espera de ser entregados a un hogar adoptivo y que auspicia la Universidad de Monterrey y CHRISTUS Muguerza.
Con orgullo pude constatar que el legado que dejaron Doña Rosario Garza Sada y Don Adolfo Zambrano al atender la puerta de su casa la mañana del 26 de abril de 1937, continua con fuerza y amor.
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Publicado en la revista interna "La Vitamina" de CHRISTUS Muguerza en la edición mayo-junio de 2012:
“Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.”
Marcos 9:35-37
José Leonardo tuvo la fortuna de tener una gran madre biológica. Una madre que le dio el don más preciado que Dios nos ha regalado: La Vida.
Su madre pudo haber optado por no tenerlo; «Es su cuerpo, ella debe decidir» pudieron haber pensado algunos; «No está comprobado científicamente si ya se le considera ser humano, es solo un producto» quizá aseguraron reflexivos otros.
Hoy lo vi; iba vestido sumamente formal para conocer a sus padres, su familia. De piel rosada, cara redonda y una mata de pelo que quizá me vendría mejor a, mi lucía elegantes zapatos blancos; bermuda de mezclilla y guayabera que refleja su buen gusto. El tiene apenas dos meses; pero su gestación duro siete años. Siete años en los que sus nuevos padres lucharon por tener un hijo.
Ya habrá momentos para que estos nuevos padres puedan gritar “Dios has callar a ese niño que son las cinco de la mañana del domingo”; o quizá habrá que regañar al pequeño cabroncete por volver a perder la chamarra del uniforme; y seguramente querrán matarlo cuando haya usado y estropeado la mejor corbata de su padre, pero hoy a estas horas, José Leonardo —sobrino de adopción mio— duerme plácidamente en su nueva cuna; con unos emocionados padres que —estoy seguro— en estos momentos, felices, velan orgullosos el sueño de ese pequeño hombre.
Epílogo.- Tan solo en 2016, Casa Cuna Conchita ha acogido y dado en adopción a 9 bebes, multiplicando la felicidad de mujeres con embarazo no deseado, bebes y papas adoptivos.
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